El papel de los jóvenes en una sociedad inclusiva

La juventud representa la esperanza de un futuro mejor y tenemos el deber de darle todo el apoyo

Sabadell ofrece 185 plazas en siete casales de verano para garantizar la alimentación de niños y jóvenes.

Sabadell ofrece 185 plazas en siete casales de verano para garantizar la alimentación de niños y jóvenes. / periodico

JESÚS VILAR

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Los patrones clásicos de incorporación de los jóvenes a la sociedad han cambiado de forma sustancial en los últimos tiempos. Tradicionalmente, el acceso al mundo adulto representaba la emancipación, la seguridad y la estabilidad social, así como el primer paso para ir consiguiendo una mayor calidad de vida. Este acceso se hacía a través de la independencia económica que da el trabajo, elemento que aseguraba los mínimos para hacer una vida independiente y autónoma.

Pero en la sociedad actual, heterogénea, imprevisible y cambiante, estos parámetros han entrado en crisis. Hoy, la vulnerabilidad y la incertidumbre y el riesgo afectan a todas las capas de la sociedad y todas las etapas de la vida. Por otra parte, el empleo no está garantizado ni proporciona la seguridad y la posibilidad de progreso que había dado en otras épocas, por lo que la incorporación a la sociedad a través del trabajo y el acceso al mundo adulto ya no es garantía de estabilidad.

ENCONTRAR NUEVOS PARÁMETROS

La sensación de provisionalidad está más presente que nunca en el conjunto de la ciudadanía. Este sentimiento es especialmente intenso en la juventud, que se enfrenta a un horizonte de falta de oportunidades laborales, a pesar de ser una de las épocas en que las personas jóvenes están mejor preparadas. Y esto es aún más crítico entre los grupos de jóvenes que no tienen una mínima formación básica ni una preparación técnica. Si el acceso al mundo del trabajo ya no es garantía de emancipación ni de incorporación a la sociedad y al mundo adulto, y este tampoco asegura la estabilidad, conviene encontrar nuevos parámetros de construcción de comunidad, partiendo de la idea de que la vulnerabilidad y la incertidumbre ya forman parte de nuestra vida de manera permanente.

IDEAS A TENER EN CUENTA

Ciertamente, habrá que continuar incentivando políticas materiales concretas como las de empleo y vivienda para los jóvenes y también para los colectivos vulnerables, pero si aceptamos que sentirse miembro de la sociedad trasciende lo que en otras épocas había representado la independencia que da el acceso al mundo del trabajo, hay que pensar otras estrategias de incorporación. Algunas ideas a tener en cuenta pueden ser:

Se hace necesario atender las necesidades no materiales de las personas. Estar incorporado es sentirse útil, ser tenido en cuenta y sentir que no se es prescindible por los demás. En este sentido, las prestaciones sociales pueden ser de ayuda para cubrir necesidades materiales, pero no contribuyen necesariamente a sentirse miembro activo de la comunidad si no se plantea de forma explícita el sentido de participación y de pertenencia.

Es imprescindible la construcción de tejido social que lleve a una comunidad integradora. Hay que recuperar la dimensión humana del territorio y del barrio como espacio simbólico para la construcción de vínculos entre todas las personas que lo configuran. La sociedad se humaniza en el momento en que reconoce los rostros y las historias de sus habitantes, en el momento en que la frialdad del anonimato deja paso al conocimiento y la comprensión recíproca entre personas y juntas construyen este espacio común de convivencia. Todos los colectivos tienen debilidades, y solo pueden superarse desde la seguridad de una red social inclusora donde todo el mundo recibe y todo el mundo da.

La construcción social debe hacerse desde la corresponsabilidad y la voluntad de incluir a todos los sectores que la configuran. Es conveniente dejar de mirar exclusivamente desde el déficit e identificar las potencialidades que todos los grupos pueden aportar: la sabiduría y la perspectiva de las personas mayores; la formación, la fuerza y la creatividad de las personas jóvenes; el conocimiento y la experiencia de las personas activas, la imaginación y el sentido común de los niños o las miradas desde todas las perspectivas posibles, ya sean culturales, de género o de posición social.

Esto implica aceptar una posición de igualdad, no jerárquica, que permita pensar políticas y acciones inclusoras satisfactorias para todos, sea cual sea el papel o el rol que ocupa en la sociedad. Hacer una sociedad con todos y para todos requiere superar una perspectiva paternalista centrada en una figura hipotéticamente bien posicionada que hace políticas para los demás. La construcción de comunidad debe basarse en actitudes de respeto, de confianza y de aceptación que pone la mirada en lo que construimos juntos.

Finalmente, la formación y la cultura deben seguir siendo elementos imprescindibles para el bienestar de las personas y de los pueblos, pero no deben verse solo desde el punto de la aplicabilidad o la empleabilidad, sino que se les debe dar valor por sí mismas, por lo que aportan de perspectiva, de sensibilidad y de madurez para comprender y cuidar nuestro mundo.

La juventud debe tener un papel muy relevante en este proyecto colectivo abierto y dinámico, porque representa la esperanza de un futuro mejor. Tenemos el deber de darle todo el apoyo y de crear las condiciones para que esto sea posible.