Carbonell, un ángel de la lengua

El fallecido intelectual independentista tenía unos principios éticos no negociables

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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H a sido, para mí, la triste noticia de este agosto que ya ha pasado: la muerte de Jordi Carbonell. Solo tres años mayor que yo, fue, en la época dura del franquismo, quien encabezó una resistencia heroica. No militar sino cívica. En la historia de un país hay caudillos revolucionarios y belicosos. Carbonell fue una antorcha pacífica que iluminaba todos los caminos de la resistencia antifranquista.

Jordi Amat ha escrito unas palabras muy sólidas y muy justas sobre Carbonell. «Erudito y político, quizá ha sido el penúltimo superviviente de la heroica hornada de resistentes de la primera posguerra. Entre la cultura y la política, entre la academia y el activismo, fue un benjamín de la oposición cuando los universitarios nacionalistas todavía eran torturados por los cabecillas falangistas».

Se comprometió con, y además impulsó, todas las iniciativas posibles para mantener la catalanidad perseguida. Una de las manifestaciones de su empuje incansable fue la creación de la monumental Gran Enciclopèdia Catalana, que fue una obra que estaba en línea con las mejores enciclopedias de Europa. Una enciclopedia que tengo en casa y que he consultado repetidamente a lo largo de los años, como cuando pides a un amigo de confianza que te aclare una duda o te informe de un hecho que te interesa.

Tan discreto como era, tan poco pretencioso, aceptó encabezar una lista cuando se convocaron, si no me equivoco, las primeras elecciones al Parlament. Y cuando nos pidió a Lluís Llach y a mí que le acompañáramos, no lo dudamos. Ni Llach ni yo teníamos aspiraciones políticas, pero eran dos nombres que en aquellos momentos tenían un cierto eco. No conseguimos los votos necesarios para que Carbonell entrase en el juego político. Tal vez fue lo mejor, porque él tenía unos principios éticos no negociables.

Hombre de paz, fue detenido varias veces. Quizá la que sorprenderá más a las generaciones actuales es porque era el director de la Enciclopèdia.