El mercado laboral en España (y 2)

Una situación preocupante

Pese a la mejora de los indicadores, la realidad del empleo precisa la toma de decisiones públicas

Una situación preocupante_MEDIA_1

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RAMON BONASTRE

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Los recientes datos (EPA) sobre el mercado de trabajo están generando controversia en relación a los efectos que la temporalidad de las nuevas contrataciones puede generar en el crecimiento del empleo para un país con elevadas tasas de paro cronificado y masificado, pues ya llevamos 27 trimestres de crisis de empleo y estamos aún a 461.000 puestos de trabajo de diferencia en comparación con el inicio de la crisis. La cuestión, pues, no es solo salir de la crisis sino cómo y qué consecuencias puede haber generado en el ámbito individual y colectivo. Las cifras actuales parece que indican que estamos en la fase de salida de la grave crisis iniciada en el 2008, pero un análisis riguroso de los datos permite identificar problemas en el funcionamiento del mercado de trabajo que requerirán, más temprano que tarde, decisiones públicas para su corrección.

Catalunya presenta a mediados de este 2016 -segundo trimestre- estos indicadores: un aumento de la población ocupada (3.157.000 personas) de manera más o menos ininterrumpida desde el 2013 (2.915.000), con un descenso de la población activa (menos 62.000), situación que ha supuesto una recuperación de la tasa de empleo (66,4%) y un descenso de la tasa de paro (16%).

CALIDAD DEL EMPLEO

Un aspecto a considerar, sin embargo, es la calidad de los puestos de trabajo creados, entendida como la exigencia de una necesaria estabilidad y perdurabilidad. Un dato bastante contundente es que el contrato temporal sigue siendo el predominante entre las personas que encuentran trabajo como asalariadas, de modo que si antes de la crisis el 30% de la población encontraba trabajo con contrato indefinido, actualmente el porcentaje baja por debajo del 20%.

Si analizamos la variación interanual de la población asalariada según el tipo de contrato, se observa que entre el 2013 y el 2016 se han creado casi tantos puestos de trabajo con contrato temporal (105.000) como indefinido (98.000). Hay que remarcar que el aumento del 8,3% de la población asalariada se concreta en un 48,1% por el crecimiento de población con contrato indefinido y en un 51,9% con contrato temporal. En relación con los sectores de actividad, aquellos en los que la creación de puestos de trabajo con contrato temporal tiene un mayor peso son la construcción (81%) y la industria (70,6%) y es más moderada en los servicios (44,3%).

TEMPORALIDAD Y REDUCCIÓN

La temporalidad desciende a medida que aumenta la edad del colectivo. Así, durante los últimos tres años la variación del número de asalariados entre el colectivo de 16 a 29 años se explica en un 124,2% por el crecimiento del número de personas ocupadas con contrato temporal (el número de personas ocupadas con contrato indefinido decrece). Para las personas entre 30 y 54 años y entre 55 y 64 años este porcentaje se sitúa en un 55,4% y un 15,3%, respectivamente.

Otro indicador significativo es el relativo a la jornada, de forma que la tasa de temporalidad es mucho más elevada entre la población que trabaja a tiempo parcial (alrededor 41,1%) que entre la que trabaja a tiempo completo (17%) . En estas circunstancias, podríamos hablar de una intensificación de la precariedad, dado que al fenómeno de la duración temporal del contrato se añadiría la dedicación a jornada parcial.

QUEDA MUCHO POR HACER

En general, podemos concluir que si bien en los últimos tres años las tasas de ocupación y de paro presentan una evolución positiva, seguimos lejos de recuperar los valores de la época anterior a la crisis. A pesar de su evolución favorable, el valor de las tasas está condicionado por el descenso de la población activa (151.000 efectivos menos). Asimismo, las tasas de temporalidad (y en su caso de jornada parcial) siguen siendo sin duda uno de los indicadores a mejorar.

Pese a lo anterior, en los últimos años la situación del mercado de trabajo ha sido tan negativa y traumática (con la destrucción de más de 703.000 puestos de trabajo en cinco años) que hay que valorar en su justa medida la actual evolución (recuperación de casi 242.000 puestos de trabajo), aunque debemos reconocer el impacto de la estacionalidad en la contratación y su temporalidad. Quizá deberemos acostumbrarnos a cifras de temporalidad hasta hace años consideradas negativas pero que hoy -a la espera de cambios realmente estructurales- alivian la situación de desempleo.

La situación no deja de ser preocupante, y pese a que técnicamente quizá no se puede hablar de precariedad en los términos utilizados por la OIT (incertidumbre en la duración, varios posibles empleadores, relación de trabajo encubierta o ambigua, imposibilidad de protección social... ), sí que sin duda requiere esfuerzos y correcciones, ya que implica unas peculiaridades de inseguridad en cuanto a la calidad del empleo y sus consecuencias salariales y de protección social.

Sin duda, queda mucho por hacer para disponer de un mercado de trabajo socialmente equitativo y técnicamente eficiente, como signo de progreso de un país. 

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