Elogio de las vacaciones de Sánchez

Las críticas a las vacaciones de Sánchez son inaceptables. Quizá si los políticos hicieran más vacaciones ya habría un Gobierno

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pedro-sanchez-roca / JLR

BERNAT GASULLA

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Pedro Sánchez le han sentado bien las vacaciones. Ha vuelto pisando fuerte y, rodeado de los suyos, se ha reafirmado este miércoles en su 'no' a la investidura de Mariano Rajoy, al menos en el primer asalto. Ya sabemos todos que en política casi todo es postureo o, como dicen los expertos, "escenificación". Sin embargo, el secretario general del PSOE, que sigue siendo además su líder, al menos hasta que algún órgano competente no decida la contrario, parece haber cargado las baterías y se muestra dispuesto a resistir la presión, tanto externa como interna.

La estrategia de Sánchez tras los dos procesos electorales merece con toda seguridad muchas críticas. Por ejemplo, sigue pendiente que alguien explique toda la verdad del salto al vacío que supuso el pacto con Ciudadanos en la pasada legislatura. Pero de la misma manera resultan inaceptables los chuzos que le han caido al líder del PSOE desde ciertas cavernas periodísticas por estar de vacaciones en estas fechas decisivas. Pues resulta que el señor Sánchez, convencido de que es el momento de que Rajoy se mueva y se estrelle en una primera sesión de investidura, ha decidido ejercer en la playa un derecho constitucional. La Carta Magna, en su artículo 40, establece que los poderes públicos "garantizarán el descanso necesario, mediante la limitación de la jornada laboral, las vacaciones periódicas retribuidas y la promoción de centros adecuados".

Sánchez tiene derecho a estar bajo la sombrilla unos días de agosto. Rajoy tiene derecho a caminar rápido durante el puente del 15 de agosto. Pero no solo eso. Nuestros políticos, sobre todo aquellos que tiene la sartén por el mango, tienen obligación de descansar, de entrar en contacto con otras realidades, más allá de sus hemiciclos y capillitas partidistas. Deberían viajar y aprovechar para hablar con sus hijos. No es una falta ni un delito. El ocio aprovechado es enriquecedor y hace más productivos a los trabajadores, incluidos los políticos. La crítica a las vacaciones de Sánchez, además de partidista y sectaria, denota un menosprecio de algo fundamental. Quizá con más vacaciones ya habría Gobierno.