Rajoy, el metrónomo

El presidente en funciones no tiene prisa y marca el ritmo que le conviene en el proceso de investidura

Rajoy y Rivera se saludan al inicio de su reunión, este miércoles en el Congreso.

Rajoy y Rivera se saludan al inicio de su reunión, este miércoles en el Congreso. / periodico

BERNAT GASULLA

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¿Recuerdan el 'tic, tac...' de Podemos? Esa cuenta atrás de lo que supuestamente venía, el cambio de paradigma político, se paró abruptamente tras las dos últimas elecciones generales de las que ha gozado España. El reloj del cambio vaticinado por Pablo Iglesias ha dejado de funcionar pero sigue oyéndose otro 'tic, tac'. Es el del metrónomo de Rajoy. Implacable, frío y calculador.

Dicen que la verdadera fortuna no es de dinero, sino de tiempo.Y de eso Rajoy anda sobrado. Rivera tiene prisa y maniobra como puede para acelerar el proceso de investidura y evitar unas terceras elecciones de las que no espera nada bueno. Sánchez sabe que no es su momento, que no puede salir de ese 'no es no', al menos hasta que el presidente en funciones no se someta a una primera sesión de investidura de la que salga derrotado. Y unas terceras elecciones supondrían para los socialistas una mejoría, pero insuficiente, según apuntan todos los expertos. Rajoy, mientras tanto, no entiende de prisas. Nunca lo ha hecho, y menos ahora. 'Tic, tac...'

¿Para qué correr cómo Bolt, si se puede llegar al mismo sitio caminando rápido? ¿Para qué acortar plazos cuando, si se agotan los términos que establece la ley (cuyas imperfecciones han quedado a la vista en las últimas legislaturas), los rivales van a quedar seriamente erosionados? 'Tic, tac...'

El metrónomo de Rajoy, que acabará dando el 'sí' a Rivera a un precio módico, marca el ritmo del baile. Habrá sesión de investidura, pero cuando diga el líder del PP. Aceptará las precondiciones de Ciudadanos para un acuerdo de investidura, pero, de entrada, Rivera habrá tenido que esperar una semanita. Y eso que la formación de Gobierno era urgente.

Rajoy y su metrónomo saben perfectamente que, si en la hora de la verdad, el PSOE exige demasiado por una abstención técnica, crítica o como quieran llamarle, le queda el comodín de las terceras elecciones. Y en esa posibilidad, de la que todos dicen huir como de la peste, el presidente que camina rápido tiene todas las de ganar. 'Tic, tac'