La clave

Gianluca y los ninis

BERNAT GASULLA

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Ha nacido una estrella en las redes sociales y, de aquí a muy poquito, lo veremos en el papel cuché. Aún le queda un pelín para llegar a la cumbre que ocupó durante años el incomparable Flavio Briatore, pero apunta maneras. Quédense con su nombre: Gianluca Vacchi. Lo tiene todo para dejarnos deslumbrados.

Es bien parecido (a sus 49 años luce unos abdominales dignos del mejor culturista), está forrado (accionista y propietario de varias empresas), le gusta vestir bien (sería más preciso decir vestir caro; hay quien puede considerar que el estilo de Vacchi es demasiado valiente) y tiene yates, aviones y mansiones en los escenarios más paradisiacos del mundo. No se priva de nada y, muy lejos del pudor característico de muchos archimillonarios europeos de rancio abolengo, le gusta presumir de su tren de vida. Todo un modelo a seguir. Háganlo en Instagram y verán sus contoneos al son de melodías exquisitas como 'Menea tu chapa'.

Oleada de lujo

Precisamente ganas de menear la chapa le entran a uno al ver otra de las plataformas en las que los ricos más ricos muestran sus posesiones. No dejen de visitar las primeras páginas que cada semana nos regala el semanario ¡Hola!. En esos gloriosos reportajes -o anuncios para colocar en el mercado lujosos inmuebles, quién sabe-, ricachones de todo pelaje lucen sus mansiones, sus ropajes y sus cachorros. En uno de ellos, el estupefacto lector pudo ver cada rincón de la isla privada de Richard Branson, factótum de Virgin. Nos enseñan cómo son, cómo deberíamos ser y por qué nunca llegaremos a ser como ellos por mucho que nos toque la Bonoloto.

Bajo esta oleada de lujo, de dolce far niente y de envidia cochina que recorre Europa se oculta una realidad mucho menos glamurosa. La misma sociedad que dice sentir repugnancia pero al mismo tiempo queda hipnotizada por estos oropeles padece en silencio el drama de los ninis. Uno de cada cinco españoles de 20 a 24 años no tiene trabajo ni estudia. Es difícil convencer a los que suben de que al menos vale la pena intentarlo, formarse y prepararse. Es mucho más ilusionante ser Gianluca Vacchi.