La rueda

El fracaso de la política

Los políticos tienen miedo al futuro y prefieren seguir inmóviles para no arriesgar sus carreras

CARLOS ELORDI

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En la calle ya no se habla de política. Seguramente tampoco en las casas. El espacio destinado a ese asunto se reduce cada día más en los periódicos, en las teles, en las radios. Del desprestigio abrumador de los dirigentes políticos hemos pasado a la desaparición de la política de la vida ciudadana. Pero esos dirigentes siguen actuando como si nada estuviera pasando. Como si tuvieran patente de corso para seguir haciendo truquitos de feria que oculten que están renunciando a su primera obligación. Que es la de articular un gobierno. Tras siete meses de juegos de manos para soslayar esa obligación, su incumplimiento les convierte en culpables de un grave delito democrático.

Su mediocridad, su inseguridad, la debilidad de sus formaciones, de todas ellas, explican su incapacidad para hacer lo que los políticos hacen en situaciones complicadas: negociar hasta llegar a un acuerdo. Para eso hay que tener ganas, inventar fórmulas y ceder. Si nuestros dirigentes tuvieran algo de eso, hace ya tiempo que habría gobierno. Pero están demostrando que carecen de ello. Lo que tienen es miedo al futuro, porque creen que cualquier movimiento puede acabar con sus carreras y prefieren seguir inmóviles, conservando sus precarias posiciones.

Puede perfectamente ocurrir que haya que convocar unas terceras elecciones. Aunque hay distintas hipótesis al respecto, no se vislumbra el elemento milagroso que pueda evitarlas. Pero se cree que a última hora alguien dará el paso para evitar ese bochorno. Veremos.

Sea lo que sea, el mal ya está hecho y nada va a borrarlo. Hasta el Rey puede quedar muy tocado si se comprueba que, una vez más, su función de arbitraje no vale para nada. Seguramente nuestros dirigentes no se dan cuenta, pero su inanidad va a provocar una crisis de la que ya va a ser muy difícil salir.