El debate público sobre la energía

Hacia un nuevo modelo energético

La estrategia municipal en Barcelona apuesta por las renovables y el fomento del autoconsumo ciudadano

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JORDI ROCA JUSMET

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El tema de la energía está en el centro del debate público por muchas razones. El cambio climático, uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad, tiene como principal causa nuestra absoluta dependencia respecto al uso de combustibles fósiles. Nuestras economías son absolutamente dependientes del flujo de recursos energéticos no renovables e importados del exterior como el petróleo, el gas natural y el uranio. El sistema eléctrico español, dominado por unas pocas empresas oligopolísticas y con una regulación poco sensible al bien común, se caracteriza al mismo tiempo por unos precios muy elevados, unos grandes beneficios privados y una enorme deuda a las empresas privadas avalada por el Estado. Los estilos de vida muy intensivos en energía de muchos conviven con la pobreza energética de muchas familias que ni pueden pagar las facturas de los suministros más básicos. En definitiva, el modelo energético tiene enormes problemas ambientales, económicos y sociales. Transitar hacia un nuevo modelo energético más justo y sostenible es urgente y todas las administraciones públicas deberían dar prioridad a esta transición.

El Ayuntamiento de Barcelona acaba de presentar una ambiciosa hoja de ruta para la transición energética en coherencia con los pasos que ya había dado en esta dirección, como el compromiso de Barcelona por el Clima --presentado tras un proceso de participación ciudadana en la última cumbre sobre cambio climático de París- y como priorizar la rehabilitación energética y enfocar el problema de la pobreza energética no solo con la imprescindible garantía de suministro, sino también fomentando eficiencia y ahorro energéticos.

Los aspectos de la hoja de ruta energética municipal son muchos, pero yo destacaría algunos elementos. En primer lugar, y en coherencia con una auténtica política energética integral por parte del ayuntamiento, se plantea una propuesta que abarca todos los ejes sobre los que hay que actuar y con una visión global de ciudad: ciudadanía, tejido económico y administraciones. Un segundo aspecto es la prioridad absoluta a la generación de energía renovable y en particular a las instalaciones de autoconsumo eléctrico. Esta es la principal alternativa de futuro: frente al actual modelo centralizado, dar un papel cada vez más relevante a la que se llama generación distribuida, con múltiples puntos de producción-consumo. El impulso a la proliferación de placas fotovoltaicas en las azoteas de edificios es la principal concreción de esta alternativa.

Un tercer aspecto es que el ayuntamiento no solo se plantea multiplicar la generación renovable en sus edificios e instalaciones, sino impulsar decididamente la generación privada, individual o colectiva, que hoy se encuentra con multitud de trabas. El ayuntamiento puede jugar un papel clave no solo facilitando los trámites administrativos, sino buscando fórmulas imaginativas para promover la producción en espacios privados, desde comprar los excedentes de la electricidad producida y no consumida hasta alquilar espacios para invertir en instalaciones o muchas otras posibles formas de cololaboración público-privadas para la instalación y mantenimiento de fuentes de energía renovable.

Uno de los aspectos que resulta más novedoso es que antes de terminar este mandato se espera disponer de una empresa pública comercializadora de electricidad. Esta empresa sería la que proveería electricidad al ayuntamiento, pero también ofrecería electricidad renovable certificada a la ciudadanía. Las familias que hoy están pagando mayoritariamente a las grandes empresas del viejo modelo energético tendrían una alternativa más para comprar a una entidad al servicio de un nuevo modelo energético (que se añadiría a alguna otra ya existente para liberarse del oligopolio eléctrico, como la cooperativa Som Energia).

Por último, la hoja de ruta municipal da una importancia capital al papel de la ciudadanía y la cultura energética. Esto incluye difundir información sobre las fuentes de abastecimiento energético de la ciudad y sobre los problemas ambientales que generan y un permanente servicio de asesoramiento energético que dé a conocer al conjunto de la población las posibilidades de ahorro, eficiencia e inversión en energías renovables incluyendo información sobre las ayudas públicas y desgravaciones existentes. Un nuevo modelo energético no solo contribuirá a hacer el mundo más sostenible ambientalmente, sino a garantizar el acceso a servicios básicos a toda la población, a generar puestos de trabajo locales y una economía menos dependiente del exterior y, por tanto, menos vulnerable a potenciales crisis de provisión de recursos.

Catedrático de Economía (UB).