Un sector económico clave

Mercado laboral y turismo

El modelo turístico, reflejo de la gobernanza de un territorio, fija el formato de sus puestos de trabajo

JOAN MIQUEL GOMIS

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La transversalidad es una de las características definitorias de las actividades turísticas. Tal es su relevancia y complejidad que a menudo se producen confusiones al definir el alcance de los límites del turismo como sector. Desde el punto de vista de la oferta es relativamente fácil identificar los atributos esenciales de las empresas y organizaciones que forman parte de, por ejemplo, el sector del automóvil o el químico.

Pero, dada su heterogeneidad, resulta complejo reunir estos atributos comunes para el ámbito del turismo. Una fórmula útil para aproximarse a esta realidad la facilita el cambio de la perspectiva que proporciona la sustitución del análisis de la oferta por el de la demanda. Se trata de centrar el estudio en la medición del comportamiento (y específicamente del gasto) que los turistas realizan en un territorio para evaluar su impacto y delimitar el alcance del sector y su influencia real en aspectos tan relevantes como el mercado laboral. Un indicador básico para medir los beneficios sociales reales de una actividad económica en un determinado territorio.

De esta manera, junto a las actividades consideradas propias del turismo, caso de la hotelería o la intermediación, podemos también constatar como una parte significativa del gasto de los turistas se dirige a otras actividades en proporciones dispares como ocurre en el ámbito del transporte con las aerolíneas. Pero también en el caso del servicio público de metro o el privado de taxi, por ejemplo en Barcelona, que tienen como principal cliente a los residentes locales, pero en cuyo volumen de ventas el peso de los ingresos generado por los turistas es muy significativo.

Y lo mismo ocurre en determinados ámbitos del comercio, el ocio o la cultura. Incluso entre proveedores industriales o agrícolas como los productores de cerveza que también consumen los turistas, a veces en exceso. Actividades económicas en las que influye el turismo y entre las que se identifica un amplio y variado abanico de condiciones laborales.

FACTORES VINCULADOS AL ENTORNO ECONÓMICO

En este contexto, ¿de qué depende la calidad o precariedad del mercado laboral de una determinada sociedad? Más allá de los evidentes factores vinculados al entorno económico y de aspectos como sus niveles de productividad, de forma simplificada podríamos señalar diversos condicionantes: su fragilidad o fortaleza institucional, su justicia, los principios de equidad que la rigen, su transparencia... En definitiva de su madurez democrática, del grado de orientación de la gobernanza al bien común. Por ello, no es lo mismo hablar de condiciones laborales en Suecia o en Austria, que hacerlo en Catar, en EEUU, en buena parte de los países de los países del sur o en Catalunya.

Dada su transversalidad, el modelo turístico es el fiel reflejo del sistema de gobernanza de un determinado territorio. Un escenario en el que identificamos dos extremos. Por un lado, el modelo de gobernanza ideal integrador que potencia los criterios de sostenibilidad, no solo económica, sino medioambiental y social. Un modelo que incentiva la creación de valor añadido en todos los procesos de producción de servicios, en los que la formación juega un rol relevante, con una planificación que contemple la conciliación de los intereses de la iniciativa privada (con mayor orientación al corto plazo) y los del bien común y su irrenunciable visión de largo plazo por la que debe velar el poder público.

En este escenario, el turismo puede actuar como eje vertebrador de actividades económicas y puestos de trabajo que facilitan ventajas competitivas de sus sinergias. No solo las ya conocidas como el comercio o el movimiento ferial. También y fundamentalmente las relacionadas con el consumo de proximidad tanto de productos agrarios como industriales. Un modelo que persigue un idea, una marca (¿utópica?) de territorio en la que se puedan identificar (o casi) residentes y visitantes a la vez.

CLARA ORIENTACIÓN A LA RENTABILIDAD

En el extremo opuesto está el modelo desintegrador que representaría justo lo contrario. Clara orientación a la rentabilidad basada en la producción a bajo coste, obviando criterios de sostenibilidad ambiental y social. Visión a corto plazo con descoordinación entre intereses públicos y privados. Lugares en los que la imagen turística proyectada es opuesta a la real, en la que turistas y residentes viven en mundos paralelos.

Entre estos dos extremos existe una amplia gama de grises, múltiples combinaciones posibles, a veces mezcladas en un mismo territorio. Conviene identificar en qué punto se encuentra cada destino y planificar, a partir de ahí, las estrategias que con mayor eficiencia faciliten la distribución de la riqueza que genera el turismo. Una reflexión que dada la precariedad laboral creciente puede trasladarse al resto de sectores. 

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