La rueda

El votante huérfano

Todo resulta tan plano en esta campaña que cualquier cosa parece una montaña y el márketing se ha convertido en la política

ANTÓN LOSADA

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Líderes y partidos nos prometieron ejecutar una campaña barata pero alguien ha debido confundir ahorrar con aburrir y pensar con gastar. Lo que juran que no se han fundido en vallas y cartelería tampoco se lo han pulido en ideas e ingenio. Han abaratado tanto la inteligencia de esta campaña que un catálogo, una rama de un árbol, unas alcachofas o la teoría y práctica del uso de la corbata han definido la agenda. Todo resulta tan plano que cualquier cosa parece una montaña y el márketing se ha convertido en la política.

A falta de una semana los candidatos compiten por fortificar y exprimir sus espacios más propios y a sus votantes más cercanos. Apabullados por unas encuestas que fijan las diferencias en cuartos de punto y pares de escaños, los partidos se han concentrado en llamar a rebato a los suyos. La polarización es la nueva política.

Como pudimos comprobar en el debate/terapia de grupo a cuatro nadie arriesga. Mariano Rajoy apela al miedo a los otros para recuperar a los suyos. Pedro Sánchez invoca la fidelidad de los socialistas de toda la vida y Albert Rivera y Pablo Iglesias llaman a su generación, pero cada uno a los de su pandilla. Nadie se sale de su guion. Ninguno se arriesga a romper barreras o abrir espacios.

Nadie se dirige a ese votante transversal convencido de que la polarización no va sacarnos de esta y no podemos seguir votando hasta que alguno gane, aunque sea por aburrimiento. Nadie apela a ese votante transversal seguro de que, si queremos hacer cambios de alcance, deberemos llegar a acuerdos que superen líneas rojas e integren espacios políticos opuestos. A lo mejor por eso hay tanta gente que responde no saber si va a votar y mucho menos haber decidido a quién. A lo mejor por eso la gran mayoría cree que nadie ganó el debate. Porque además de transversales nos sentimos huérfanos y abandonados.