EDITORIAL

Un debate de todos contra todos

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El primer y único debate televisivo, anoche, entre los cuatro principales candidatos a presidente del Gobierno en las elecciones del día 26 fue más un cruce de reproches por lo que pudo ser y no fue el periodo abierto tras el 20-D que de formulación de propuestas cara a la nueva y trascendental cita con las urnas. Complementariamente, una de las pocas cosas en las que hubo acuerdo entre Mariano RajoyPedro SánchezPablo Iglesias y Albert Rivera es que bajo ningún concepto son deseables unas hipotéticas terceras elecciones. Pero los candidatos saben que para descartar esa posibilidad deberá haber pactos poselectorales. Y sobre eso ninguno de ellos enseñó abiertamente sus cartas pese a mostrar una predisposición al acuerdo que resultará ineludible según el previsible reparto de escaños.

Ninguno de los líderes formuló propuestas muy novedosas, aunque la insistencia de Rajoy en prometer dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura fue seguramente el mensaje que más claramente llegó a los telespectadores. Pero los otros tres contendientes se encargaron de neutralizar con datos el candoroso balance de gestión que en materia socioeconómica quiso ofrecer el presidente del Gobierno en funciones, que trató en varias ocasiones de presentarse como víctima de PSOECiudadanos y Unidos Podemos. Rivera fue, como se esperaba, el menos duro con Rajoy, al que solo atacó con dureza por la corrupción.

En la izquierda, Sánchez centró su mensaje en reprochar duramente a Iglesias que tras el 20-D hubiera frustrado un Gobierno de cambio por su negativa a sumarse al acuerdo de PSOE y Ciudadanos. Iglesias rehuyó tanto como pudo esa acusación de culpabilidad y ofreció, en un tono más mesurado del habitual en él, la mano tendida a los socialistas para formar un Ejecutivo de izquierdas, con la presidencia para el más votado. Fue también el líder de Podemos el que formuló una propuesta más clara en relación con el contencioso catalán: un referéndum pactado de resultado vinculante. Este es uno de los terrenos que probablemente acabarán decidiendo escaños clave. Hasta ayer los indecisos eran un 30%, y el debate probablemente habrá decantado un número significativo de votos. En todo caso, tras el 26-J seguirá siendo cierta la perogrullada que anoche dijo Rajoy: «Gobernar es muy difícil».