La portera de Bartomeu

Bartomeu, a la llegada de Neymar en el 2013.

Bartomeu, a la llegada de Neymar en el 2013. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Cuando pienso en el legado que dejó el presidente Josep Lluís Núñez en el FC Barcelona, me vienen a la memoria dos grandes hitos. Por una parte el hecho de haber confiado en Johan Cruyff como entrenador y, quizá sin imaginarlo del todo, como ideólogo del estilo Barça. La otra gran aportación se remonta a la gloriosa mañana en que nos habló de la portera de su casa para sentenciar: “Fichar con dinero lo hace hasta mi portera”. Desde entonces esa santa y anónima mujer se ha convertido en una metáfora en el imaginario barcelonista, siempre a punto para resumir en pocas palabras una enseñanza común: en un club millonario el dinero todo lo puede, de acuerdo, pero lo realmente virtuoso es gestionar el patrimonio que comparten cientos de miles de socios sin tener que malgastar lo que es de todos.

Hoy los tiempos han cambiado. Los contratos se han convertido en laberintos de cláusulas y la presión por los fichajes sonados es un fin que parece justificar todos los medios, incluso los fraudulentos. En este nuevo hábitat, a la portera ya no le bastaría con saber comprar sin despilfarrar, además tendría que estar atenta a todos los entresijos y artimañas para que no le den gato por liebre. Y no sigo con la metáfora. 

A pesar de la pobre catadura moral que destila todo el embrollo del caso Neymar, sobre todo cuando se le añaden las acciones que Rosell y sus hombres tomaron contra la anterior directiva de Laporta, a pesar de todo eso, estos días habrá algunos socios blaugrana convencidos de que la decisión de Josep Maria Bartomeu y compañía es beneficiosa para el club. De la misma forma que en su día fue un acierto conseguir que el caso Neymar dejara la fiscalía de Madrid y llegara a la Audiencia de Barcelona, aceptando ahora el acuerdo y la multa de 5,5 millones que pone fin a un caso que amenazaba con eternizarse, y que añadía resquemor a la oleada de conflictos jurídicos que son actualidad diaria en el club.

Sin embargo se trata de un espejismo. La resolución económica marca un precedente que atenta contra la esencia asociativa del club y ensombrece aun más la idea del Barça como entidad gestionada por sus socios. Así, los futuros presidentes y directivos sabrán que sus errores personales, incluso los que provienen de una mala gestión -ya sea por dejadez, incompetencia o maldad-, se pueden tapar con las arcas del club. Bastará reconocer conjuntamente el error, teñirlo un poco de campaña antibarcelonista y, en virtud del bien común, pagar entre todos para que uno o dos no vayan a la cárcel. Así cualquiera; incluso la portera de Bartomeu.