'President, posi les urnes!'

Tanto el Govern como JxSí tienen la obligación política y ética de buscar apoyos alternativos a la CUP para aprobar los presupuestos

Puigdemont mira a Eulàlia Reguant, diputada de la CUP, en el Parlament.

Puigdemont mira a Eulàlia Reguant, diputada de la CUP, en el Parlament.

RAMON ESPADALER

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La CUP ha podido decidir que el Govern no tenga presupuestos, porque en su día Junts pel Sí decidió darle la llave de la legislatura. Con la resolución rupturista dictada por la CUP y votada por Junts pel Sí el pasado 9 de noviembre, estos pusieron el Govern de Catalunya (entonces aún no nato) en manos de los anticapitalistas. La resolución no solo señalaba los hitos del itinerario rupturista, sino que, además, impedía a Junts pel Sí contemplar cualquier otra posibilidad de pacto más allá de la CUP que pudiera surgir de una aritmética parlamentaria ciertamente compleja. Desde entonces, la historia es bastante conocida: los cuperos han marcado el tempo y han decidido los contenidos de la agenda política catalana.

Llegados aquí, se abren algunos interrogantes. El primero y más importante es saber si el Govern está o no dispuesto a buscar apoyos alternativos al de la CUP para aprobar los presupuestos y para seguir gobernando. Anteayer, el 'vicepresident' Junqueras advertía de las consecuencias gravísimas y extremadamente severas para el impulso de la actividad económica y para la garantía de los servicios sociales que tendrá la no aprobación de los presupuestos (la cita es literal). Ayer, los 'consellers' Comín, Rull o Bassa proclamaban desde el Parlament que, sin los nuevos presupuestos, no podían hacer frente a los compromisos que habían contraído en ámbitos tan sensibles como el de las listas de espera o de la dependencia. No les falta razón, pero, precisamente porque se trata de abordar temas tan sensibles, tanto el Govern como Junts pel Sí tienen la obligación política y ética de buscar apoyos alternativos a la CUP para dar vida a unos presupuestos que son objetivamente mejores que la prórroga de los actuales. Ciertamente, esta es una cuestión que interpela también al resto de grupos parlamentarios, pero quien tiene que tomar la iniciativa es el Govern.

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Con el anuncio de la cuestión de confianza, el 'president' Puigdemont dio por roto el pacto con la CUP (irónicamente llamado de estabilidad), abriendo un tiempo muerto desde ahora hasta septiembre. Un tiempo que Junts pel Sí puede aprovechar para buscar apoyos más allá de la CUP y gobernar desde la estabilidad o para presionar a los anticapitalistas para legitimarse ante un más que probable adelanto electoral. Pronto saldremos de dudas. La disyuntiva es bien sencilla: o se gobierna o empezamos una nueva campaña electoral (la cuarta en seis años). Todo dependerá de cuál sea la prioridad. A mí me parece que, llegados a este punto, la prioridad es atender las necesidades que tan bien han identificado los 'consellers'. Quizá esta opción es menos épica, pero estoy seguro que intentarlo es mucho más ético. El problema, mucho me temo, es que la estructura interna de Junts pel Sí no está en condiciones de aceptar un socio diferente de la CUP. Si esto es así, tal vez lo más sensato es aquello de "President, posi les urnes!" ¿Lo recuerdan?