Hillary Clinton no convence

RAFAEL VILASANJUAN

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A una semana de que acaben las primarias demócratas y con todo el viento a favor del aparato del partido, Hillary Clinton todavía tiene que aguantar el último aliento en la batalla para que su rival Bernie Sanders no acabe siendo una pesadilla en la nominación.

Con la victoria previsible en California, este martes, la balanza quedará finalmente decantada hacia Hillary, pero ganará por la campana, cuando todo parecía que desfilaría hacia la nominación por una alfombra roja.

¿Porqué no convence? Los periodistas que la vienen siguiendo en su trayectoria pública dicen que la candidata demócrata tiene un doble perfil bien diferenciado y que su capacidad ejecutiva, y la energía y brillantez con la que se desempeñó como secretaria de Estado de Barack Obama, convenciendo a presidentes y jefes de gobierno, se troca en inseguridad y rigidez en cuanto Hillary entra en campaña.

No le gustan los mítines, no convence a los medios, ni enciende a las masas. El problema es que en una batalla final contra Trump, ni siquiera ilusiona a quienes tendrían mayor disposición a apoyarla.

De momento solo sabemos que se ha dejado llevar por una campaña anodina con la idea de no cometer errores mas que de liderar un proyecto. Con ese mismo guión perdió en 2008 contra un senador prácticamente desconocido entonces, Barak Obama.

LÍDER ESPERPÉNTICO

Ahora tampoco consigue liderar entre sectores clave. Aunque tiene el apoyo de los hispanos, a los que Trump humilla, ni siquiera suma en las encuestas la ventaja que conseguía Obama de este colectivo; los jóvenes se han ido con Sanders y no es seguro que se movilicen en la batalla final y los sindicatos, un bastión de los demócratas en las últimas elecciones, empiezan a abrazar el proteccionismo de Trump.

Hasta noviembre todo es campaña, pero si Hillary Clinton quiere ser la primera mujer que presida desde la Casa Blanca va a tener que cambiar de relato, porque de momento ni parece suficiente para enfrentarse a un líder esperpéntico, ni convence. Y sin embargo, qué falta nos hace.