La clave

Segunda oportunidad para todos

Un colegio electoral, en Barcelona, durante el 20-D.

Un colegio electoral, en Barcelona, durante el 20-D. / periodico

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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Que los resultados del 20-D no hayan permitido la formación de Gobierno es sin duda un fracaso colectivo. La impotencia de nuestros líderes para adaptarse a una situación nueva que rompía los esquemas del bipartidismo imperfecto ha dejado un sabor amargo. Aunque tampoco habría que ser tan duros con quienes han tenido la responsabilidad de completar el puzle. Los ciudadanos, dudosos sobre la magnitud que queríamos imprimir al cambio, no mandamos un mensaje muy claro. Pero como en el comercio, aquí también rige la máxima de que el cliente siempre tiene razón. En este caso el elector. Tarea era de los políticos dar solución al entuerto que les dejamos.

Tras el fiasco, volvemos todos a la casilla de salida (ellos y nosotros). Serán 50 días de insoportable campaña electoral, pero a la vez para reflexionar sobre lo que hicimos el 20-D. Segunda oportunidad, segundo disparo también para nosotros. Hay quien, tentado por el desánimo, puede recuperar la máxima de que esto de las elecciones no sirve para nada y, en conscuencia, que no le van a enredar otra vez con el mismo cuento. Fin de semana libre.

Cerrar filas

Es curioso que la izquierda, la que más echó en falta las libertades en los largos años de la dictadura y la que debería haber transmitido con más intensidad a las generaciones siguientes lo mal que se vive sin el oxígeno de la libertad, sea la que peor soporta respirar el aire viciado. La máxima se repite: menos participación, mayor triunfo de la derecha.

En la orilla del PP no hay dudas. Lo veremos el 26-J. Caiga quien caiga, desborde hasta la náusea la corrupción; sea una farsa el modelo de recuperación; se ensanchen hasta límites obscenos las desigualdades; esté el país a punto de romper sus costuras territoriales, ahí habrá siete millones largos de electores dispuestos al 'Santiago y cierra España', da igual lo que esto signifique. Esta derecha, proclive al caudillaje y que huye de los tediosos debates sobre la idoneidad de sus líderes, responde firme a la llamada a cerrar filas y defender la posición. En junio, el adversario no será la lista del PP sino la duda de que el cambio está en ir a las urnas.