Editoriales

El espectáculo bochornoso de Brasil

El 'impeachment' contra Rousseff agrava la situación política en un país que sufre una gran crisis social y económica

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Los 13 años de gobierno de izquierdas del Partido de los Trabajadores (PT) han llegado prácticamente a su fin y lo han hecho de una forma indigna. Dilma Rousseff ha tenido que abandonar la presidencia después del voto registrado en el Senado para iniciar un proceso político ('impeachment') en su contra. Rousseff, acusada de maquillar el déficit presupuestario en año electoral, asegura que su Gobierno ha sido objeto de un intenso sabotaje y todo indica que es así, más allá de que se demuestre la acusación.

Bochorno es la palabra que define el camino de su destitución. Es bochornoso que en el Congreso brasileño el 59% de los legisladores tengan o han tenido causas abiertas en los tribunales, procesos que van desde la corrupción y el lavado de dinero a la tortura. Es bochornoso que durante las semanas que ha durado el proceso parlamentario el Tribunal Supremo tuviera que apartar al presidente de la Cámara de Diputados acusado de corrupción y es bochornoso que su sustituto también lo sea y que este ordenara suspender el proceso de 'impeachment' y que el del Senado decidiera por su cuenta sacarlo adelante. Y no deja de ser curioso que todos los apoyos con los que gobernaba el PT, empezando por el partido de Michel Temer que ha sido su vicepresidente y ahora ocupa la presidencia, la hayan abandonado, aunque tampoco debe extrañar dada la enorme diferencia ideológica y programática entre unos y otros.

Ahora el liberal de centroderecha Temer está al frente del país y deberá resolver los mismos problemas que Rousseff no fue capaz de solucionar y deberá hacerlo con medidas no muy distintas. Lo primero es salir de la peor recesión registrada en Brasil desde los años 30. Y los instrumentos para hacerlo son pocos, más recortes y más impuestos. Ahí encontrará una férrea oposición del PT y los sindicatos, que ya se preparan para la batalla.

Pero el mayor problema de Temer es el de su legitimidad. No solo por haber llegado a la presidencia tras un proceso bochornoso. El Tribunal Supremo investiga si también él participó en el maquillaje del déficit del que se acusa a Rousseff. Tanto si acaba en otro 'impeachment' como si no, Brasil tiene por delante un periodo de gran inestabilidad que, lamentablemente, no permitirá lo que es básico: la construcción de una democracia con instituciones transparentes para atajar la deteriorada situación económica y social.