opinión

¿Un alcalde musulmán en Europa es noticia?

Sadiq Khan junto al rabino Ephraim Mirvis.

Sadiq Khan junto al rabino Ephraim Mirvis. / AW

CARLOS VIVANCOS

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Pensaba que en la vieja y respetuosa Europa, las referencias a las creencias de los personajes públicos estaban arrinconadas en el desván de los recuerdos. De la misma forma que tampoco se espera que un cargo público haga referencias a su tradición religiosa o las de otros durante el ejercicio de sus funciones. Cosas que uno piensade los estados laicos o aconfesionales.

Pues resulta que estaba equivocado. La elección, el pasado sábado 7 de mayo, de Sadiq Kahn como alcalde de Autoridad del Gran Londres (GLA, por sus siglas en inglés) desencadenó titulares como el que abre este artículo en la gran mayoría de medios europeos. Ni siquiera el progresista 'The Guardian' pudo escapar a la tendencia. Leyéndolo fue como me enteré de cuáles eran las creencias religiosas del candidato laborista capaz de derrotar a los conservadores después de los ocho años de desastrosa gestión municipal del pintoresco Boris Johnson. Sí. Ese aristócrata rubio, con un cierto parecido a Donald Trump, que ha conseguido, con sus políticas prácticamente expulsar de la ciudad a sus habitantes más humildes. Aquellos que con sus impuestos y con el esfuerzo de muchas generaciones hicieron de Londres una de las capitales globales.

A lo que íbamos, me sorprende que los titulares de portada no hayan sido de este tenor: "Los laboristas arrebatan a Cameron la joya de la Corona: Londres vuelve a manos de la socialdemocracia".

Un titular de este estilo no hubiera impedido hacer mención en el cuerpo del artículo que, entre las muchas bajezas usadas por los tories para impedir la victoria laborista, los conservadores se hartaron de señalar que Mr Kahn era diferente. No era uno de ellos. Era un musulmán… Una campaña de este estilo es la que intentaron los republicanos de EEUU contra Obama en su primera elección. Allá por el año 2007. No porque sea un crimen ser musulmán en EEUU, parece peor visto ser ateo, si no porque según en qué bocas esté o en qué pantallas aparezca el término suena a sinónimo de terrorista. Hay islamofobia en los Estados Unidos.

Y parece que en Europa también. Los titulares sobre el alcalde de Londres, son indicativos de ello. No recuerdo que cuando Ada Colau resultó ser la candidata más votada en Barcelona en las pasadas elecciones municipales el titular mencionara que era una mujer. Se hablaba de que era una activista, que el 15-M llegaba al ayuntamiento… Ningún titular reflejaba lo que por otro lado es una realidad histórica. Es la primera mujer elegida como alcaldesa de Barcelona. El dato queda para las crónicas. No resultó relevante en el primer término de las noticias. Y me alegro de ello. Que las diferencias entre las personas no sean noticia es una buena noticia. Lo relevante son las ideas de esas personas a las que los ciudadanos han dado apoyo mayoritario.

Pero el meollo de la cuestión es otro. Parece que el síntoma reflejado en los titulares de la prensa europea de esos días sobre el nuevo alcalde laborista de Londres viene de una enfermedad profunda. La islamofobia rampante que parece haberse adueñado de Europa. Con particular intensidad desde que en el verano de 2015 centenares de miles de refugiados desesperados arriesgaron su vida cruzando algunos brazos de mar para buscar refugio en la bendecida Europa. Esa misma Europa que durante cinco años ha asistido con indiferencia, fingida o no pero fáctica en cualquier caso, al desastre de una guerra ante sus puertas. Una guerra fratricida que, como todas las guerras, ha provocado montones de víctimas inocentes. Centenares de miles de muertos pero sobre todo millones de familias que se han quedado sin un lugar seguro en el que vivir y sin un lugar en el que construir sus proyectos de vida.

Parece que los culpables de ser refugiados sean los propios refugiados. Por serlo y por ser mayoritariamente musulmanes. Las imágenes de conciudadanos europeos maltratando a los que huyen del desastre (¿de verdad son conciudadanos míos?), en muchos casos olvidando los propios éxodos, negándoles el paso por la frontera aduciendo que “solo dejarán pasar a los que no sean musulmanes” como vociferaron algunos “líderes” de países europeos (los balcánicos entre otros) que pocos años atrás rogaron que se les abrieran las puertas de la UE (no por ser cristianos espero…).

Por último, lo peor, además de los ya citados titulares y de las declaraciones públicas rechazando refugiados por ser musulmanes, en el recién publicado informe de la fundación SETA (Foundation for Politic and Social Research) el capítulo sobre islamofobia en España pone los pelos de punta. En el último año, a pesar de las afirmaciones en sentido contrario del presidente del Gobierno Español Mariano Rajoy, han crecido en un 400% los ataques islamofóbicos denunciados. Esto se ha notado particularmente en Catalunya, donde el interés de algunos por la Comunidad Islámica no va más allá de buscar apoyos y votos para el “procés”. No vaya a ser, como decía hace algunos años Marta Ferrusola, que nos “conviertan las iglesias románicas en mezquitas”. ¿De verdad que es casualidad que la única gran capital europea que no cuenta con una mezquita sea Barcelona?

Tenemos que reconocerlo. La islamofobia existe y habita entre nosotros. Y no es un vecino de fiar.