Editorial

La Fira, una historia de éxito

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'Barcelona, ciudad de ferias y congresos' rezaba el lema que trataba de internacionalizar la capital catalana allá por los años 60-70 del siglo pasado. Antes de que el 'boom' olímpico lo cambiara todo y pusiera la ciudad definitivamente en el mapa del mundo. Con la entrada en la Comunidad Económica Europea llegó la apertura, y las ferias se multiplicaron por doquier. Madrid surgió como gran competidora con Ifema, y también Valencia, Bilbao y tantas otras. Parecía que terminaba un reinado de décadas, al tiempo que el turismo empezaba a desbordar todas las previsiones.

Pero, afortunadamente, los cambios no han sido tan drásticos. En los años de bonanza, la ciudad siguió compitiendo en sus certámenes clásicos como Alimentaria, Automóvil, Construmat, Náutico, aunque parecía que Madrid, con el apoyo del Estado, se iba a llevar la mayor tajada incluso a costa de doblar los salones, compitiendo con Barcelona como si de dos países se tratara. Hace unas semanas, la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, expresaba su deseo de llevarse la gran feria del Mobile, amparada en la huelga de metro en Barcelona. En vano. La ciudad ha salido con bien de la crisis y de estos retos. El modelo público-privado de la Fira, en el que empresas e instituciones han arrimado el hombro y han luchado por los mercados, ha dado sus frutos. No solo se ha reflejado en el salto en superficie disponible con el gran recinto de L'Hospitalet, sino en la adaptación a los tiempos. La Fira se ha sabido abrir al gran campo de las nuevas tecnologías y asentarse sin rival.

De la mano del Mobile World Congress, verdadero estandarte que ya lleva 10 años de exitosa estancia en la ciudad y la convierte en la capital mundial del móvil, la Fira ha sabido sumar otras citas de referencia: ciudades inteligentes ('smart cities'), emprendeduría, internet de las cosas, tecnologías del Sónar, In3dustry (3D), comercio electrónico, a las que esta semana se ha sumado el anuncio del traslado de Madrid a Barcelona del Games World, el congreso de los videojuegos. Un entorno tecnológico excelente, la colaboración público-privada y la potente imagen internacional de la marca Barcelona son una fantástica combinación que mantiene a la ciudad enraizada en su tradición pero en el siglo XXI y la aleja del monocultivo turístico que tanto tememos.