No podemos vallar el Mediterráneo

Poner en marcha soluciones a la crisis migratoria y avanzar en la integración política europea son dos caras de la misma moneda. Tenemos que aceptar que la migración no es un hecho aislado y aprender a gestionarla

PAOLO VACCA

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Estos días hablamos de la crisis de los refugiados como si se tratara de una única crisis, pero está muy lejos de serlo. Como una hidra con varias cabezas, es una crisis y varias al mismo tiempo. Es la crisis de los refugiados, personas desesperadas que intentan entrar en Europa escapando de la guerra y la violencia. Es la crisis de los países fronterizos de Europa que se encuentran sometidos a la presión de resolver solos un problema que es común. Es la crisis de los estados miembros y de la UE en su conjunto, que no dispone de herramientas adecuadas para afrontar este desafío. Pero es también la crisis de la sociedad europea, que se ve incapaz de mirar más allá de su propia realidad nacional y que observa la inmigración con miedo y desconfianza.

El  aumento, en los dos últimos años, del número de personas que han llamado a la puerta de Europa ha generado un estado de alarma. Sin embargo, dentro de unos años miraremos hacia atrás, lo compararemos con los flujos migratorios que están todavía por venir y nos daremos cuenta de que no han sido cifras excepcionales. Los europeos tenemos que aceptar que la migración es un fenómeno estructural y que permanecerá en la medida que los países de nuestro entorno tengan problemas. La gente seguirá viniendo y necesitamos poder gestionar esta situación.

UNA CIFRA QUE ES ASUMIBLE

Para ello, no debemos perder de vista que la mayor parte de estas personas huyen de la guerra. Vienen de Siria, Afganistán e Irak, países destruidos por conflictos letales, algo que coloca a Europa ante la obligación legal, ética y política de acogerlos. Europa tiene también responsabilidad en todo esto. En los últimos años abandonó a su suerte el norte de África, pero también Oriente Próximo, particularmente Siria, dejando que la situación se deteriore hasta el límite en que nos encontramos hoy.

En el debate actual predomina una especie de temor a que los refugiados invadan Europa, pero si observamos las cifras veremos que en el 2015 las llegadas fueron de un poco más de un millón de personas, lo que representa un 0,2% de la población europea. Es un número asumible si afrontamos juntos la situación, si buscamos soluciones que vayan a la raíz del problema. Levantar muros o utilizar a Turquía para que contenga los flujos migratorios es un gran error.

SOLUCIONES A ESCALA  EUROPEA

¿Cuáles son las salidas desde el punto de vista de los federalistas europeos? En primer lugar es necesario adoptar iniciativas de política exterior y de seguridad que contribuyan a reconstruir los países de origen de los refugiados. Si Siria o Libia no se estabilizan, la gente seguirá huyendo.

Hay que implementar un verdadero sistema europeo de gestión de fronteras frente a las limitaciones del mandato actual de Frontex. Se deben establecer rutas legales y ordenadas de entrada e implementar fórmulas para organizar las peticiones de asilo y el transporte de refugiados. Canadá ya lo hizo y en cuatro semanas fue capaz de trasladar desde Grecia a 25.000 personas.

En estos momentos el 80% de los refugiados se concentran en Alemania. Esto no es sostenible. La UE tiene que redistribuir estas personas de forma proporcional y de acuerdo a la capacidad de cada país. Estos días se discute la reubicación de 160.000 refugiados en un plazo de dos años, lo que representa apenas el 10% de todas las personas que han llegado en un año. Es evidente que así no damos respuesta. Necesitamos una única política de asilo gestionada por una autoridad de la UE y desarrollar planes de integración para los recién llegados.

SIN PODER NI RECURSOS

Nuestro principal problema es que la UE no tiene ni poder ni recursos para adoptar todas estas medidas. Poner en marcha soluciones eficientes y avanzar en la integración política europea son dos caras de la misma moneda. Europa tiene que progresar en la federalización de Europa, es decir, en una mayor integración, para poder hacer frente a este y a los otros desafíos que tiene planteados. Levantar vallas a lo largo del Mediterráneo no es posible. Y si lo fuera, tampoco sería una buena solución.