Salir del bloqueo. Reconstruir la esperanza

No hemos venido aquí, ni nuestra historia empezó, para librar batallas del pasado, como el famoso 'sorpasso'

Mitin de En Comú Podem en Badalona en la pasada campaña electoral para los comicios del 20-D.

Mitin de En Comú Podem en Badalona en la pasada campaña electoral para los comicios del 20-D. / periodico

XAVIER DOMÈNECH / Candidato de En Comú Podem

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Cuando el 13 de enero nos encontramos diversas caras frente a frente en el nuevo Congreso de los Diputados había cierta expectación y también desconocimiento. Cada uno finalmente es hijo de su padre y de su madre, pero nuestra historia colectiva, la que llevó a las confluencias, como En Comú Podem, y a Podemos a irrumpir en el Congreso representando a más de cinco millones de votos empieza en el 2010/2011. Empieza con una gestión de la crisis favorable a los privilegiados, empieza con la ruptura del pacto social y constituyente implícito, empieza cuando se nos dice que los principales culpables de la crisis son nuestros derechos y nuestras esperanzas, empieza en las redes donde se rompe el silencio y se encarna en las plazas y las calles donde convertimos la protesta en desafío. Empieza allí y, en una historia a todas luces extraordinaria, las olas que se generan en ese momento rompen el 13 de enero en el corazón del sistema político nacido de la transición y consolidado durante los años ochenta y noventa. No veníamos al Congreso a solucionar los nuevos problemas con viejas lógicas, a pesar de que algunos se empeñaran en intentarnos hacer creer que era así.

Se empeñaron en ello aquellos que gobernaban precisamente en ese 2010/2011, y sobre la cual nunca han mostrado ni un asomo de autocrítica, se empeñaban también en ello aquellos que propugnaban una Gran Coalición contra nosotros, contra la mayoría de votantes del 20 de diciembre. Somos hijas e hijos de la protesta pero también de las nuevas propuestas, somos hijas e hijos del cambio, no del todo sigue igual y vosotros os adaptareis a las viejas lógicas. Llevamos la semilla de un nuevo proyecto de país frente al agotamiento de los proyectos que sólo nos hablan de configuraciones de poder y de alternativas ya tan viejas que no han podido ni renacer. Es por ello que al principio del debate sobre como desarrollar la legislatura apostábamos tan claramente por la apertura de nuevos tiempos constituyentes y decíamos que sería en este debate donde encontraríamos las mayorías necesarias.

No se trataba de contar primero escaños y ver después proyectos, desfigurados ya en sí mismos como tales, sino de afrontar los grandes retos de cara y a partir de ellos construir las mayorías necesarias. Algo de ello se vio en la investidura fallida de Pedro Sánchez, donde mientras unos contaban escaños con los que, por mucho que se dijera, no se sumaba ninguna mayoría, muchos otros decían que existía una alternativa real que, como tal, sí sumaba los escaños necesarios desde los lugares más diversos. Los que contaban más los escaños que no los retos fracasaron en este sentido.

Cuando estas palabras vean la luz es probable que nos encontremos ya a las puertas de unas nuevas elecciones. Cuatro meses han dado para mucho, a pesar de que el resultado efectivo habrá sido efectivamente muy poco. Poco y confuso. Se hablará de si en una rueda de prensa se dijo A o B o de si alguien dijo esto o aquello o si una frase pudo provocar no se sabe qué. Por nuestra parte podríamos recordar quien se negó a darnos el grupo propio, al que sin duda teniamos derecho y por el que sin duda seguiremos trabajando, o quien decidió que nuestro mejor lugar estaba en el gallinero o… Pero en realidad todo esto importa poco en aquello que es fundamental. No vamos a buscar adversarios entre aquellos a los que hemos ofrecido compartir un gobierno, tampoco hemos venido aquí, ni nuestra historia empezó, para librar batallas del pasado, como el famoso 'sorpasso'.

Hemos venido aquí para producir el cambio. Tanto ha sido lo que nos han querido quitar, entre derechos, certezas y esperanzas, a tal nivel a llegado la agresión contra las gentes de nuestro país, que no nos han dejado otra alternativa que ganar, como ya hicimos en Catalunya el 20-D, como se puede hacer ahora con nuevos elementos en España el 26-J.  Ello significa hacerlo mejor, mucho mejor de lo que ya hemos hecho colectivamente hasta ahora; significa no sólo sumar, sino convertir la suma en una nueva multiplicación de  nuestras fuerzas, y es posible a pesar de todo lo que digan; significa derrotar al PP y también a los seguidores de sus políticas, pero significa también mucho más que ello: reconstruir desde las cenizas de un sistema político que no ha sabido dar respuestas, para construir desde nuevas preguntas que nuestra sociedad lleva ya tiempo poniendo en el centro de una nueva esperanza.