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Por una ciudad sostenible

Que siga habiendo calles en Barcelona con hasta seis u ocho carriles para el tráfico motorizado es de otros tiempos

Tráfico muy intenso en la Gran Via barcelonesa.

Tráfico muy intenso en la Gran Via barcelonesa.

EDWIN WINKELS

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Allá por el año 90, cuando cada día tenía que desplazarme desde mi piso en el barrio de La Florida de L'Hospitalet hasta la sede del Comité Olímpico Organizador de Barcelona'92 en los jardines de la Maternitat donde trabajaba, al lado del Camp Nou, pensé muchas veces por qué no iba en bici. Lo había hecho siempre en mi país, Holanda, desde los 5 años, fuera al colegio, al instituto, al trabajo, de compras, a las fiestas; distancias de 2 a 20 kilómetros, con sol y 25 grados en verano, lluvia y 10 grados en otoño y nieve y 15 bajo cero en invierno. ¿Por qué no hacía esos 2.500 metros por Collblanc en bici y cogía siempre el coche, ya que la conexión de bus o metro era mala? Pues no la cogía porque tenía miedo, porque nunca veía otro ciclista, porque pensaba que en tiempos con 6.000 muertos de tráfico al año en España yo sería uno de ellos si me movía por 'Hospi' y Barcelona en bici.

Luego perdí ese miedo. Opté por la comodidad, y de paso haciendo algo de ejercicio. Porque comodidad no es ir en coche por la ciudad. Comodidad es una bicicleta, que aparcas delante del sitio al que te diriges. Comodidad es llegar más rápido que cualquier otro medio, incluso la moto a veces, en distancias cortas, sobre todo por el centro, aunque siempre teniendo especial cuidado en algunas calles peatonales.

Nunca voy por la acera. Gracias a la experiencia de ir desde los 5 años en bici, de tener el sillín clavado en los glúteos, de que mis padres me dejaban ir solo al cole a los 8 años cuando aún no había carriles bici por el barrio en Utrecht donde vivíamos, gracias a toda esa experiencia siempre me he metido en Barcelona entre los coches, reclamando mi espacio cuando no hay carril bici.

UNA RED MUY BÁSICA DE CARRIL BICI

Entiendo que no todo el mundo se atreva. Que opte por una calle únicamente con carril bici. Y que si no la hay, que se suba a la acera. Lo podrá hacer hasta septiembre, de momento, porque un día el Ayuntamiento así lo decidió. Mal hecho. Las bicis nunca deberían ir por la acera. Pero ahora, cuando muchos ciclistas se sienten ahí más seguros que entre los coches, no se les puede echar de golpe sin ofrecerles alternativa. Al principio, los carriles bici iban creciendo por kilómetro, a un ritmo vertiginoso. Pero desde hace casi una década, la ampliación de esa red indispensable para una Barcelona más sostenible, hecha para el peatón, el ciclista y el usuario del transporte público, está casi paralizada. Se montó una red muy básica de carriles bici, y de golpe se detuvo. Además, se malcuidó mucho, se dejó invadir por todo y todos, se le entregó a la desidia y el desinterés.

La experiencia en mi país, el pequeño paraíso de las bicis, pero también las del entorno, de ciudades grandes del noroeste de Europa, demuestra que no hay que arrinconar a peatones y ciclistas en un mismo espacio, sino que hay que darles todo el espacio que necesitan, pero por separado, y quitárselo a los coches. Que siga habiendo calles en Barcelona con hasta seis u ocho carriles para el tráfico motorizado es de otros tiempos. Solo por eso mucha gente sigue sin atraverse a ir en bici al cole, al trabajo o a la tienda.