Una apuesta docente distinta

Medicina en la Pompeu

Veinte años después, el balance es contradictorio, y no se ha evitado la masificación de la profesión

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ANTONIO SITGES-SERRA

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Hace 25 años que comenzó a gestarse el proyecto de una facultad de medicina en la Univesitat Pompeu Fabra (UPF) y hace 20 que publicaba yo mismo el artículo 'Una nueva facultad de Medicina' en el que exponía las razones para explorar otras maneras de formar médicos en el contexto de las reformas frustradas que se intentaron en los años 80. El artículo apoyaba la mejor opción disponible: la vinculación de la UPF al Hospital del Mar para implementar una licenciatura doble (Biología Humana y Medicina) con asignaturas troncales comunes y con mayor presencia de los estudiantes en las áreas asistenciales (salas, consultas externas, quirófanos, CAPs).

La propuesta, que venía impulsada gracias al interés de Enric Argullol, entonces rector de la UPF, implicaba que no se aumentaría el número de estudiantes de Medicina y que los alumnos de la unidad docente de la UAB-HMar pasarían a formar parte de la UPF junto al -por entonces muy escaso- profesorado funcionario.

Veinte años después puede hacerse un primer balance de aquel intento marcado, desde su inicio, por las reticencias políticas que lo obstaculizaron hasta la tardía implementación de una doble titulación (UAB-UPF) creada 'ad hoc' en el 2008, a pesar de que ya en 1996 el Consell Interuniversitari de Catalunya había dado luz verde a la implantación de la UPF en el Hospital del Mar. Por contra , los estudios de Biología Humana se establecieron con éxito a partir de 1998 lo cual influyó decisivamente en el diseño de los programas docentes y en el tipo de profesorado que, más adelante, se implicaría en la enseñanza de Medicina.

DEBE Y HABER

En el plato del debe de la balanza hay que situar la difuminación de la misión que se pensó inicialmente para la nueva facultad: formar médicos generalistas con especial atención hacia la asistencia primaria y la salud pública evitando una excesiva especialización tecno-hospitalaria. El desfase temporal entre los estudios de Biología y los de Medicina propició el crecimiento rápido de grupos de investigación básica que han tenido excesiva influencia en los primeros cursos en detrimento de la participación de médicos.

El proyecto inicial contemplaba la sustitución de las prácticas clásicas por un rotatorio global de tres años al estilo de los 'clerkships' norteamericanos en los que la docencia teórica se realiza a la par que los estudiantes se integran en los diversos equipos/servicios asistenciales. La propuesta se juzgó, más tarde, inviable, y los programas de los cursos clínicos remedaron con mínimas variantes los sobrecargados programas tradicionales. Finalmente, los responsables del nuevo grado compartido no han sido capaces de proponer iniciativas para minimizar el impacto del examen MIR sobre la docencia ni liderar en España una reforma de los criterios de admisión a la especialización.

Finalmente, la precaución que habíamos expresado cuantos estábamos a favor de no incrementar el número de estudiantes en Catalunya, se vino abajo con la cuestionable decisión de Marina Geli y otros de abrir dos nuevas facultades (Girona, UIC) y una unidad docente de la UAB en el Hospital del Parc Taulí, lo que nos ha situado cerca de los 1.000 graduados anuales; un despropósito que hará perdurar los bajos salarios y los contratos precarios que ya padecen nuestros médicos, una profesión cada vez con más mujeres

BAJA CONFLICTIVIDAD

En el plato del haber de la balanza hay que mencionar el buen ordenamiento académico y la gestión, cercana a profesores y estudiantes, desburocratizada y servicial; auténtica marca Pompeu. También cabe destacar una aproximación más seria que la realizada en otras facultades a las recomendaciones europeas como ha sido la implementación de la enseñanza basada en problemas, el historial del alumno y la introducción progresiva del inglés en algunas materias. El énfasis en las competencias transversales ha sido uno de los puntos fuertes del grado, favoreciendo la adquisición de habilidades en los terrenos de la expresión oral, las presentaciones audiovisuales o la redacción de textos científicos.

Añadamos que la posibilidad de cursar los seis años en un mismo entorno ha facilitado el conocimiento mutuo de alumnos y profesores y ayudado a generar un clima de baja conflictividad; también ha propiciado más oportunidades para la docencia práctica, un hecho diferencial respecto a otras facultades.

En resumen, la Facultat de Ciències de la Salut i de la Vida del Campus Universitari Mar, no pretende ni representa una alternativa al modo tradicional de enseñar Medicina en cuanto a su misión y sus programas. Sin embargo, dentro del paradigma clásico, se ha situado en las posiciones más altas de los rankings universitarios porque ha sabido implementar mejoras docentes y de ordenamiento que la han hecho atractiva para aspirantes muy cualificadas tanto autóctonas como foráneas.