La rueda

El control del tiempo político

Ya hace mucho que el Estado ha perdido la iniciativa en la partida con el soberanismo

ENRIC MARÍN

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Últimamente abundan los comentarios que indican que fijar límites temporales a la acción del actual gobierno de la Generalitat fue un error. Depende. Si se trataba de destacar que el compromiso electoral de unas elecciones de lectura plebiscitaria marcaban el contenido de una legislatura corta y excepcional, no se puede hablar de error. Pero si el compromiso temporal de los 18 meses se interpreta al pie de la letra como una imposición inflexible, ya no estaríamos hablando de un error conceptual o de apreciación, estaríamos hablando de una estupidez.

La gestión del tiempo es básica en la política entendida como lucha por el poder. Pero el tiempo político está sometido a variables fuera de control y hay que modular y adaptar la aplicación del plan de trabajo a la mutabilidad de las situaciones. Por eso, juegos con tanta capacidad de representación simbólica como el ajedrez o el fútbol pueden ayudar a explicar la política. Con todas sus diferencias, ambos tienen en común la lógica del control del espacio y el tiempo para garantizar la iniciativa en la disputa. Esto es lo que permite minimizar errores propios y provocar movimientos en falso del adversario. El objetivo nunca es sentenciar en un tiempo predeterminado. El objetivo siempre es decantar la balanza en el mínimo tiempo posible y con el mínimo desgaste.

Visto de esta manera, en el conflicto democrático entre el Estado y el soberanismo, ya hace mucho tiempo que el Estado perdió la iniciativa en la partida. Sin un proyecto propio integrador, tanto social como territorialmente, los poderes de Estado lo confían todo en el bloqueo y en la supuesta incapacidad del adversario. No se puede predecir con precisión cuándo se producirá el desenlace. Pero la clave está en que el independentismo catalán lleva la iniciativa con un proyecto que conecta con las necesidades de la gente.