Lucha contra el terrorismo

La 'contrarrevolución' francesa

Los gobernantes tienden a inocular el miedo para justificar sus medidas coercitivas desmedidas

OPINION MONRA

OPINION MONRA / periodico

JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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Hay acontecimientos que van más allá del tiempo y del espacio en los que se producen. Que trascienden e incluso se convierten en referentes no por lo que fueron entonces sino por lo que, tiempo después, representarían para muchos. Uno de esos hechos de inmenso valor es la Revolución Francesa de 1789. Representó un salto inmenso, no ya solo por lo que se refiere a ese país latino de Europa del sur (no sé si esto último les agrada) sino por el magnífico eco que tuvo en todo el planeta.

Los principios de libertad, igualdad y fraternidad calaron en diversos lugares del planeta desde Inglaterra a EEUU y alumbraron, tras la 'Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano', importantes textos que se anticiparon a su época. Aquí nos sucedió con la Constitución de Cádiz de 1812 desde un liberalismo que pronto fue sofocado (ahora lo enterraron los neoliberales).

Ese hecho de 1789 fue un anticipo que tardaría años en germinar. Era tan avanzado a su época, cerrando una etapa de siglos del 'ancien régime', que tendría que reiterarse por dos veces pues costaba que cuajasen sus principios. Una de ellas sería la Revolución de 1848 que reflejaría Victor Hugo en aquella épica de 'Los miserables'Victor Hugo.

Esos principios, junto las ideas cristianas más auténticas, expresadas por sólidos pensadores tras la hecatombe de la Humanidad en la segunda guerra mundial, fueron germen de lo que sería la Unión Europea. Hace tiempo, en cambio, se está produciendo una subversión de esos principios. Algunos hemos escrito desde la indignación sobre el tratamiento contrario al derecho humanitario ejercido sobre los refugiados. Pero me centro aquí en cómo Francia se está dejando llevar por un fenómeno sorprendentemente liderado por el partido socialista. Y es una vuelta atrás respecto a lo que hace más de dos siglos les hizo pioneros en democracia.

SEGURIDAD-LIBERTAD

Dejando a un lado la creciente protesta social por temas laborales, me refiero al tratamiento francés de la lucha contra el terrorismo. La dialéctica seguridad-libertad es antigua. Mientras que sectores ideológicos o zonas han dado propensión a la primera, otros se han situado, aun con equilibrios, a favor de la segunda. Pero hay paradojas. Así es el caso de Francia cuya actitud proderechos humanos (aun con contradicciones) forma parte de su acervo cultural. Además, está dirigida por una línea ideológica teóricamente proclive a ella. Pero esto último, ser dirigente socialista, ya está visto que rompe con las esencias originarias. Tras los atentados de París del 13 de noviembre pasado, ese país de tradición democrática y su gobierno socialista actuaron al modo de lo que tanto daño ha hecho siempre a la democracia. Siguieron el 'estilo Bush' y sus secuaces tras el 11-S del 2001.

Primero enviaron aviones militares a Siria. Inmediatamente declararon el estado de emergencia cuya regulación de hace 60 años tiene origen en su intervención militar en Argelia. Luego sería renovada la emergencia y, cinco meses después, sigue normalizada esta situación de limitación de derechos. Los gobernantes son tendentes a inocular el miedo para justificar sus medidas coercitivas desmedidas.

El Gobierno socialista francés (acompañado por la derecha, por supuesto) lo está haciendo. Una semana después de declarar la situación de emergencia, se modificó para prorrogarla. E inmediatamente, y para blindarla, se ha iniciado una confusa reforma de la Constitución. Sobre los cuerpos calientes, todavía resuena el patetismo de la oratoria de François Hollande justificándolo todo por lo que llaman «guerra».

Cuando lo excepcional se quiere hacer normal y, por ejemplo, que las entradas en los domicilios se produzcan sin autorización judicial y se amplíen facultades de la policía sin intervención del juez, algo no suena bien. Cuando, además, se añade que se privará de nacionalidad francesa a los implicados en actos terroristas, el lamento se convierte en ridículo. Al menos, digna, la ministra de Justicia dimitió. La reforma ha superado el primer trámite de la Asamblea. Pronto vendrá su ratificación por el Senado y después, en conclave, dejarán petrificado en Versalles este retroceso del Estado de derecho, con unas medidas desproporcionadas, inútiles y regresivas.

Habría que recordar que el mayor atentado terrorista en Europa fue en España hace 12 años. Que la reacción de los poderes públicos fue de firmeza pero sin patriotismos banderiles ni musicales ni menos aún con recortes constitucionales de derechos sino con sensatez desde las instituciones. Lo contrario a como los dirigentes (autodenominados socialistas) del país que está liderando una contrarrevolución de lo que hace 227 años fue un logro de ellos para toda la Humanidad.