Menores transexuales

MARTA ROQUETA

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El documental ‘Trànsit’, que emitió este domingo el ‘30 minuts’ de TV3, se convirtió en el programa más visto del día, con 684.000 espectadores. Que una televisión pública decidiera hablar sobre menores y transexualidad en horario de máxima audiencia era algo absolutamente necesario, teniendo en cuenta que a finales del año pasado Alan, un adolescente de 17 años, se suicidó  al no poder aguantar más las presiones que recibió  a causa de ser trans. El documental empezó a gestarse antes de este suceso.

VALENTÍA

Los testimonios de los menores fueron todo un ejemplo de entereza y madurez, y no tengo dudas de que su testimonio ha ayudado a más de una persona a ampliar sus perspectivas sobre el tema. Chapeau por ellos y por su derecho a ser lo que quieran ser. Visibilizar su experiencia es un paso más para acabar con los miedos y prejuicios que alimentan la transfobia

¿UN SOLO TIPO DE CEREBRO?

Sin embargo, el contexto en el que se enmarcaban sus declaraciones –repito, no sus experiencias– me pareció incompleto. Las únicas fuentes expertas consultadas fueron médicos y psicólogos que nos informaron de las causas biológicas que podrían explicar que alguien que ha nacido con un sexo determinado quiera cambiárselo. Me parece arriesgado utilizar solamente el prisma de la biología para explicar la transexualidad en un documental, más cuando las mismas fuentes aseguran que no existe una teoría que lo explique todo. Estudios recientes señalan que, de momento, no se puede afirmar categóricamente que exista un cerebro de hombre y otro de mujer  y las autoridades deportivas se han empeñado sin éxito en encontrar un marcador biológico que determine de forma inequívoca si alguien es hombre o mujer. Las guías sobre cómo determinar el sexo de un deportista suelen basarse en ideas preconcebidas sobre sexo y raza.

En el documental no se explicó cómo nuestra sociedad ha construido el género masculino y el femenino, así como tampoco se exploró que haya otros géneros más allá de los dos predominantes, algo que sí que ocurre en otras sociedades. Que tanto los niños como las niñas transexuales entrevistados reprodujeran los roles, actitudes y apariencia física que tradicionalmente hemos asignado a los hombres y las mujeres reforzaba la concepción que en nuestra sociedad sólo puede haber dos géneros posibles.

¿Puede decir alguien: “nací con genitales femeninos, he transitado hacia hombre, pero aborrezco jugar a (inserte aquí su actividad de chicos que le parezca más representativa)”? ¿Puede un niño pintarse las uñas, vestir como Elsa de ‘Frozen’, tener el pelo largo y identificarse él mismo como niño? ¿Puede una niña tener el pelo corto, vestir con ropa de la sección de chicos, tener una mala leche impresionante y afirmarse como niña porque le da la gana? ¿Podemos hablar de personas transexuales y personas transgénero? ¿Tenemos que encasillarnos en un género sí o sí? Son preguntas que me gustaría que el documental hubiera tratado.

OTRAS FUENTES

Eché en falta voces de antropólogossociólogos y activistas trans que aportaran la dimensión cultural y social inherente en la construcción del género. Sobre todo de activistas y expertos trans, algo que hubiera transmitido la imagen de agencia y de capacidad para generar discursos del colectivo, desvaneciendo la visión que son un sujeto estudiado por parte de aquellos que no lo son. “Yo no soy un hombre. Por una cuestión anatómica es imposible, por una cuestión de socialización. Tampoco soy una mujer. Tengo un poco de cacao (…) Tomé una decisión [la de transitar hacia hombre] no porque mi cerebro fuera de una manera, sino por una cuestión de presión social. Yo no podía ser una mujer en mi entorno porque nadie me reconocía una feminidad o una forma de ser mujer masculina. Ahora me pregunto: ¿si hubiera tenido modelos de mujeres masculinas hubiera transitado? A lo mejor no”. Esto es lo que explicaba el sociólogo y activista trans Miquel Missé en una entrevista en Idem TV hace tres añosentrevistaIdem TV, y opino que se trata de inquietudes que también deben tener su cuota de pantalla en este debate. La entrevista a Missé, por cierto, es muy recomendable.

PLURALIDAD

Con esto no insinúo que haya una forma única y verdadera de ser trans. No soy quién para decir a la gente cómo debe sentirse ni lo que son. Lo único que quiero manifestar es que tengo mis dudas de que la mejor forma de hablar sobre transexualidad sea acuñar el discurso de que los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, y que hay personas con un cerebro de Marte y el cuerpo de Venus o al revés, y que todo lo que hay que hacer es corregir esa ‘disfunción’.

En primer lugar, porque esta visión sobre los sexos ha servido para justificar las desigualdades y las discriminaciones que hemos sufrido –y seguimos sufriendo- las mujeres, seamos transexuales o no. En segundo lugar, porque sigue alimentando la idea que en nuestra sociedad sólo pueden haber dos géneros porque hay unas diferencias biológicas que los determinan. Y, finalmente, porque se excluyen del debate aquellas voces de transexuales que no se identifican con los roles masculinos o femeninos preestablecidos. También las de aquellas personas que se identifican con el sexo con el que nacieron pero que no han encajado nunca con el género que la sociedad les ha otorgado.