Editorial

La nueva detención de Mario Conde

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Cuando el caso de los 'papeles de Panamá' sigue sorprendiendonos con nuevas revelaciones de sociedades que amparan capitales ocultos al fisco, nos llega como salida del pasado la nueva detención de Mario Conde y otras 13 personas. En buena medida, el caso del expresidente de Banesto fue el primer escándalo bancario generado por el expolio de quien se hizo con las riendas de la entonces segunda entidad del país tras acumular una buena suma en una serie de operaciones empresariales. Si acaso, la gestión de Jordi Pujol al frente de Banca Catalana, que acabó también con la intervención de la entidad (1982) sería el precedente, aunque de casuística distinta.

Cuando en 1993, el Banco de España intervino Banesto puso fin a una meteórica trayectoria de quien en menos de cinco años había hecho su entrada en el 'star system' financiero, al tiempo que amenazaba con poner patas arriba al Sistema (conglomerado financiero, político y mediático que mantenía el statu quo español, según su definición). Adulado, puesto como ejemplo de hombre de negocios de la época del 'pelotazo', acabó condenado a 20 años, entre otros delitos por estafa y apropiación indebida. Su caída desbocó los aires 'antisistema' de los que en su momento también bebieron personajes como Jesús Gil y José María Ruiz-Mateos, representantes de un populismo empresarial que, en estos dos últimos casos, logró algunos éxitos políticos, actividad en la que fracasó Conde.

Pese a que su gestión causó un agujero patrimonial de 3.600 millones de euros a Banesto y que se calculaba que cerca de 40 millones habían desaparecido como lucro personal, Conde actuaba como un hombre que había cumplido con la condena penal y era insolvente para devolver lo sustraído. Con las indemnizaciones a punto de prescribir este 'llanero solitario', estaba desde el 2014 intentando repatriar los capitales ocultos por medio de sociedades opacas y créditos ficticios. Su nivel de vida y el disfrute de unas propiedades que no habían sido embargadas ya evidenciaba que algo no acababa de encajar en su perfil actual de mero autor de libros y asesor, si además tenemos en cuenta que era uno de los mayores deudores a Hacienda (9 millones). Al final, ha tenido que ser una denuncia anónima la que ha puesto a la justicia de nuevo tras su pista y ha permitido pillarle con las manos en la masa del tesoro saqueado.