Análisis

El Gobierno ha mentido

El Ejecutivo ha seguido actuando como si en Bruselas estuvieran dispuestos para siempre a hacer la vista gorda con el déficit público

CARLOS ELORDI

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Si España no estuviera en el euro, la cifra de déficit público que se conoció ayer no sería dramática en sí misma. Pero en el contexto de la moneda única, contravenir las directrices de los organismos europeos que gobiernan la moneda única puede traer serias consecuencias. Y más si el incumplimiento de los límites fijados por ellos se ha producido sabiendo lo que se estaba haciendo y desatendiendo todas las advertencias. El Gobierno del PP no ha jugado limpio, y aunque tal y como está la Unión Europea no se puede asegurar nada, es altamente probable que el Estado español pague por ello.

Mariano Rajoy ha tirado demasiado de la cuerda. En el 2012, Angela Merkel -entonces todopoderosa mandarina, hoy no- le concedió un cierto espacio de maniobra más allá de las reglas. Porque España estaba al borde del abismo y porque la prioridad de la UE era evitar que la crisis griega reventara la moneda única. Pero en el 2015 la situación española había cambiado y el Gobierno no dejaba de pregonar que era el país que más crecía en Europa. Las razones para la benevolencia habían dejado de existir, aunque el paro seguía superando el 20% y la deuda pública estaba cerca del 100%.

Sin embargo, el Gobierno y el PP siguieron actuando como si en Bruselas estuvieran dispuestos para siempre a hacer la vista gorda. Y como su prioridad era sacar votos, adelantaron la rebaja del IRPF, la devolución de la paga de los funcionarios, y aumentaron distintas partidas de gasto. Su argumento en todos esos casos era que el crecimiento económico concedía margen suficiente para ello. Ahora se comprueba que eso no era cierto.

No menos flagrante es el engaño que revela la desviación del déficit de la Seguridad Social, que ha doblado el 0,6% fijado por Bruselas. Contradiciendo la demagogia gubernamental, las pensiones siguen costando más de lo previsto y, lo que es peor, el cacareado crecimiento del empleo no aumenta significativamente el volumen total de cotizaciones. Por culpa de la precariedad y de los bajos salarios y porque se conceden demasiadas bonificaciones para crear puestos de trabajo.

Montoro no hace autocrítica

Nada de lo anterior parece inquietar al ministro Montoro. Sin hacer la mínima autocrítica, cuando el desvío supone un fracaso sin paliativos de su gestión, se ha despachado diciendo que la culpa del mismo la tienen las autonomías y en particular Catalunya. Y contra ellas se tomarán las medidas pertinentes. Cierto es que desviaciones electoralistas se han producido a todos los niveles, pero levantar el palo centralista en esta situación se explica, sobre todo, en clave ideológica. Montoro y su partido son los mismos de siempre.

Más allá de las medidas que Bruselas pueda adoptar, el desvío complica aún más la vida del futuro Gobierno español, llegue cuando llegue. Su espacio potencial de maniobra se ha reducido. Porque la situación de partida no es la que se venía diciendo y porque la UE no va a ser generosa. Bruselas no puede hacer la vista gorda con el incumplimiento español. Porque la situación se le puede escapar de las manos.