Debate urbanístico y arquitectónico

El tranvía de la Diagonal y el Liceu

Habría que reconsiderar la extensión del nuevo transporte y matizar la idea de la fachada del teatro

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JOSEP OLIVA CASAS

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Hay dos temas urbanos de los que se está hablando en los medios y pienso que vale la pena comentar los argumentos que se utilizan en favor o en contra del uno y del otro. El primero es el planteamiento que se ha hecho de querer enlazar por la Diagonal las dos líneas actuales del tranvía. Es evidente que si solamente se mira el plano, enseguida surge la lógica primaria de unir las dos líneas por el camino más corto. A veces, es precipitado quedarse en un aparente sentido común porque un análisis más profundo, es decir, con visión global del tema, puede disuadir de adherirse a una decisión que puede resultar errónea. Se ha de tener muy en cuenta que la introducción del tranvía supone la eliminación de las diversas líneas de autobuses que pasan por el tramo considerado. Hay que pensar en la funcionalidad del transporte público en el sentido de que dé un buen servicio a los ciudadanos. Por lo tanto, se han de estudiar las consecuencias de prescindir de los autobuses actuales y comparar la rigidez del recorrido del tranvía con la flexibilidad que ofrecen los vehículos de ahora. En efecto, proporcionan al ciudadano un abanico más amplio de trayectos que, a su vez, solucionan mejor las diferentes necesidades de los usuarios. Tanto al principio de la avenida como en el extremo oeste (más allá de la plaza de Francesc Macià) siguen rutas variadas que encajan mejor con las diferentes necesidades de los ciudadanos. Eso significa que proporcionan una serie de trayectos con origen y destino diferentes aunque coinciden en el tramo de la avenida.

Hemos de ser conscientes que la rigidez de la ruta del tranvía, que solo transitaría por la Diagonal, puede hacer que muchos usuarios tengan que usar dos medios diferentes para cada traslado. Es una consideración a estudiar. Es un primer argumento en contra de la introducción del tranvía en la Diagonal. Por lo tanto, la pregunta pertinente tendría que ser por dónde se han de conectar las nuevas líneas del tranvía y no partir de la idea fija de hacerlo por la avenida. Esta es la verdadera cuestión.

OTRO TRAZADO

Hay otro aspecto a considerar. Me refiero al importante papel que una parte de la Diagonal juega en la ciudad. Hablo del principal espacio de centralidad que tiene Barcelona formado por la Rambla, el binomio paseo de Gràcia / rambla de Catalunya y la rótula de la plaza de Catalunya y, además, calles adyacentes. Pues bien, la magnífica reforma de un tramo de la Diagonal hace posible su incorporación a este espacio. Y puesto que la potencia urbana de Barcelona va en aumento (entre ciudadanos y visitantes), da lugar a ampliar la extensión de esta centralidad, sumándole el tramo de la avenida entre Glòries y paseo de Gràcia, (previo ensanche de aceras), especialmente si en Glòries hubiese una plaza y no el disparate urbano de situar un gran parque. En calles llenas de vida urbana, ¿es lógico poner un medio de transporte con mecanismos muy visibles que quedan fijados en el espacio público? ¿Nos imaginamos el tranvía que pasase por la rambla de Catalunya por el paseo de Gràcia? Es el segundo argumento para estar en contra de la solución Diagonal. En todo caso, la unión de las dos líneas se podría realizar por otras calles de la trama del Eixample.

 PROPUESTA MATIZADA

También se debate retocar la fachada del teatro del Liceu. Es un tema arquitectónico pero en este punto tiene resonancias urbanísticas puesto que el edificio es el emblema de un equipamiento cultural importante y con proyección internacional. Requiere, pues, acercarse desde la doble visión de estas dos disciplinas. Es evidente que intervenir en cualquier fachada de un edificio construido es un tema delicado que merece respecto pero hay que analizar caso por caso y considerar el alcance y las consecuencias de una obra de este tipo. La propuesta de añadir unas piezas distribuidas regularmente en las dos plantas intermedias creo que refuerza la visión del edificio original, es decir, le imprime el carácter que ahora no tiene, y eso es muy importante. Se trata de un edificio que, reitero, es la representación de un instrumento cultural.

No se desfigura la obra original sino que la mantiene pero mejorándola. Por lo tanto, la idea central es buena pero entiendo que se debe matizar en el sentido de reducir la dimensión de las piezas y, además, aumentar el número. Así ofrecería una imagen discreta pero, a la vez, fácilmente memorizable.

Mi opinión, pues, es que se ha de reconsiderar la implantación del tranvía por la Diagonal en este tramo que formaría parte de la ampliación del gran espacio de centralidad de la ciudad. En cuanto a la fachada del Liceu habría que mantener la idea básica pero apreciablemente corregida.

Arquitecto y urbanista.

Autor de 'Models de ciutat i ecologisme'.