'Minister Calçada in Singapur'

ferran Monegal

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Sigo pensando que Miquel Calçada (Afers exteriors, TV-3) es el único, auténtico y genuino ministro de asuntos exteriores que tiene la Generalitat. Debería fijarse en él Raül Romeva. A Calçada no le hace falta ir por el mundo con una tarjeta de visita que ponga minister. Con el micro y la cámara de TV-3, le basta. Lleva ya siete temporadas adentrándose en países con una soltura bárbara. Y lo más maravilloso: el Gobierno central no le ha aplicado ni Tippex ni nada. Es fantástico. Yo creo que con él de titular del foreign office, también con Quim Masferrer como minister del Home Department, o sea, como conseller de l'Interior agropecuari, y además con los habituales servicios de agit-prop de la seva, el president puede estar tranquilo en materia d'estructures d'Estat. Esta semana, Calçada ha viajado a Singapur. Ha captado bien la personalidad de esta república que tiene el tamaño de Menorca, y que solo 50 años atrás todos iban en taparrabos y se dedicaban a la pesca de la almeja. En menos de medio siglo han conseguido un liberalismo capitalista a todo trapo y una altísima renta per cápita -junto a tremendas desigualdades sociales-, a base de que el país funcione como una empresa privada: el presidente actúa como chairman, y el primer ministro como consejero delegado. Orden estricto, prohibiciones a destajo, pena de muerte a todo aquel que lleve una brizna de hierba en el bolsillo, y suprimido el derecho de manifestación o de protesta, Singapur se ha ganado apelativos pintorescos: desde dictadura democrática sin ideología, a democracia tuneada. Decía Calçada, con mucha retranca: «Aquí les prohibicions et fan lliure!». ¡Ah! Es un oximoron, un contrasentido, realmente notable.

Esta visita ha sido útil y muy aprovechable. Pero me hubiera gustado que Miquel Calçada, en lugar de tomarse el famoso cóctel Singapore sling en el Long bar del Hotel Raffles, se lo hubiera tomado en el Casino Marina Bay Sands. Es posible que allí se hubiera encontrado con su propietario, el magnate Sheldon Adelson, o su mano derecha, Michael Leven. ¡Ah! Habría sido una conversación sumamente interesante. Hace menos de cuatro años, Adelson y Leven fueron recibidos en la Generalitat con una ilusión extraordinaria. Era cuando en CiU flipaban con la idea de un enorme parque temático dedicado a la ruleta y al black jack. Se iba a llamar Barcelona World. No sabemos si aquella fabulosa operación se ha evaporado, o está aletargada.