Editorial

El auge de la ultraderecha en Europa

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A raíz de las recientes elecciones en tres 'lander' alemanes se ha vuelto a plantear la cuestión del crecimiento de la extrema derecha en Europa. En Baden Wurtemberg (15,1%) y en Renania Palatinado (12,6%), el partido ultra Alternativa por Alemania (AfD) obtuvo resultados apreciables, pero la explosión se produjo en la región del este Sajonia-Anhalt, donde AfD se disparó hasta casi el 25% de los votos. La alarma se ha extendido en Europa porque el auge de AfD sucede a la irrupción en las calles del movimiento xenófobo Pegida y porque cualquier aparición en Alemania de partidos que recuerden su terrible pasado constituye un motivo de honda preocupación.

¿Por qué crece la extrema derecha, no solo en Alemania, sino en muchos países de la UE? Las causas son diversas y no se explican solo por los estragos de la crisis. Si fuera así, debería tener una mayor presencia en países rescatados como Portugal o Irlanda o que lo han bordeado como España. La crisis, el desprestigio de los partidos tradicionales, incapaces de ofrecer alternativas, o la corrupción sistemática son, sin duda, causas que favorecen la irrupción de partidos o movimientos de protesta contra el sistema.

En el último año, otra de las causas que pueden explicar el crecimiento de la extrema derecha es la cuestión de los refugiados y el miedo irracional que los movimientos de desplazados producen en amplias masas de los países desarrollados castigados por la crisis económica y social. Se ha comprobado claramente en Alemania, donde la postura valiente y coherente con los valores europeos de Angela Merkel ha sido forzada a retroceder ante los problemas suscitados en sus propias filas y en sus socios europeos, incapaces de diseñar una política de acogida de refugiados, para acordar al final un pacto vergonzoso con Turquía con el objetivo contrario: expulsar en lugar de distribuir por Europa a los huidos de las guerras.

Sin embargo, ese acuerdo, anunciado antes de las regionales alemanas, tampoco sirvió para frenar el crecimiento de la ultraderecha, que solo podrá lograrse con políticas eficaces contra la pobreza y la exclusión social y con una pedagogía creíble que aleje los miedos y difunda la idea de que en una Europa envejecida -perderá 50 millones de personas en edad de trabajar en 50 años- no solo no sobran inmigrantes, sino que faltarán.