Más allá del Daesh
La actuación política y militar contra el Estado Islámico no basta sin otra contra la marginación y desarraigo identitario en algunos barrios europeos
Xavier Rius Sant
Periodista. Autor de 'Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron'.
XAVIER RIUS
Tras los atentados de ayer en Bélgica, se repite que hay que poner más medios, inteligencia y cooperación internacional para acabar con el Daesh, tanto en Europa como en Siria e Irak, mientras nos preguntamos a cuántas libertades vamos a tener que renunciar para poder subir a un avión. Pero hemos de ser conscientes que el problema va más allá de la irrupción del Estado Islámico, y que si este grupo es derrotado, otros tomarán el liderazgo del terrorismo yihadista.
El primer y mayor atentado yihadista de este cuño contra Occidente fue el del 11-S en Nueva York. Después hubo otros, como el 11-M en Madrid o los atentados de Londres del 2005, y la franquicia que los planeaba era Al Qaeda. Y además se cometieron cientos de atentados en Irak, Jordania, Yemen o Marruecos, siendo musulmanes la mayoría de sus víctimas.
En dos años, el Daesh ha crecido y se ha comido el espacio terrorista de Al Qaeda por tres motivos. El primero porque ya no llama solo a morir por un paraíso espiritual que espera a los mártires, sino porque tienen su paraíso, su califato, aquí en la Tierra con unos hermanos que acogen a los nuevos combatientes con los brazos abiertos. Un territorio en Siria e Irak, además de otros espacios en Nigeria o Libia. Territorios donde han impuesto lo que consideran la versión correcta del Corán y los hadices o palabras de Mahoma.
El segundo es que en Siria e Irak se han forjado miles de combatientes, muchos de ellos europeos, que han aprendido las técnicas de combate y atentados suicidas, y vuelven a Europa dispuestos a ganar nuevos adeptos, matar y morir.
El tercero es que, a diferencia de Al Qaeda, que reclutaba en las mezquitas, o se servía de ellas para su logística, se extiende y gana adeptos por la red, en un tú a tú, en el que los cuerpos de inteligencia siempre irán por detrás.
Por ello, la cuestión no es solo derrotar política y militarmente al Estado Islámico en Siria, Irak, Libia o Nigeria, dado que si es vencido surgirán otras siglas y franquicias con idénticas ideas y visión del islam. Para derrotar al Daesh allá es necesaria la acción militar y de inteligencia, y también dejar de usar esos países como un tablero en los que Europa y Estados Unidos, Rusia, Irán, Turquía y Arabia Saudí viven sus disputas.
LA EXPANSIÓN DEL SALAFISMO
Pero aunque Raqqa y Mosul vuelvan a reintegrarse a Siria e Irak, y el autoproclamado califa del Estado Islámico acabe como Bin Laden, otros ocuparán ese espacio aunque solo sea en la red. Por ello es necesario actuar en las condiciones sociales de marginación y desarraigo identitario como los que se dan en barrios como el de Molenbeek en Bruselas de los que han surgido los yihadistas europeos que combaten en Siria o atentan en Europa.
Y por otro lado es preciso que las mezquitas se aparten de las visiones del islam que se oponen en pleno siglo XXI a ubicar la religión en el ámbito individual, negando la libertad de conciencia. Y aquí yo no soy optimista, porque ese salafismo se expande por el mundo con la bendición y el dinero de nuestros aliados saudís.
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