Análisis

La pelota está rodando

Señores legisladores de la UE, España, autonomías y municipios, regulen. O si no quieren hacerlo, pues desregulen

Dos responsables de Airbnb

Dos responsables de Airbnb / periodico

Pablo Foncillas

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Oslo, Perpignan, Stuttgart, Lausanne, San Sebastián, Visperterminen o el Lago di Como por ejemplo. Yo la he usado ahí. Y no me ha dolido. Es más, me ha gustado. No me arrepiento, me alegro. Lo que puedo decir es que no fue barato. Podría haberlo sido pero no quisimos. Porque no estaba solo. Con quien decidimos hacerlo establecimos que tuvieran unas condiciones determinadas en cada ocasión. Las había limpias, otras fueron antiguas. Unas graciosas y otras sosas. 

Estoy hablando de casas particulares alquiladas entre particulares. Se trata de la economía colaborativa, una fracción, con mucha fachada, de la nueva economía. Pueden ser casas pero también coches, mobiliario, préstamos dinerarios, cuadros, bolsos o incluso tiempo de personas para recados. Ustedes imaginen, habrá alguien en algún lugar ignoto del planeta que ya ha pensado en ello y está tratando de desarrollar su proyecto de economía colaborativa.

No quiero entrar a valorar si con ella mejoramos el planeta (menosrecursos mejor utilizados). Doctores tiene la iglesia. Ni tampoco si gracias a esta actividad recaudamos impuestos para nuestras sociedades (tema que no es baladí). Ni siquiera juzgo si se trata de un complemento para los ingresos de los ciudadanos que la practican cediendo sus bienes o, por otro lado, es una nueva oferta comercial que debe ofrecerse para cubrir un segmento de mercado determinado. No voy a hablar si es una manera de conocer gente y desarrollar nuevas relaciones sociales. O de integrar a los turistas en nuestra ciudad (Peter, de Austria, se integra poco en un fin de semana, como yo cuando visito su pueblo).

LA ECONOMÍA QUE VIENE

Hay un discurso de fondo que me parece más interesante. Más relevante. Más práctico (soy de la escuela utilitarista). Y es el de la economía que viene. ¿Queremos quedarnos al margen de ella? ¿Queremos ser seguidores o creadores? ¿Queremos ser actores o espectadores? Ese sí, es el tema. Ya lo dijo Woddy Allen: «Me interesa el futuro. Es ahí donde pienso pasar el resto de mi vida». Porque esta economía, la nueva, aquella de la que se habla que en un par de decenios puede ser tan grande como la economía física de hoy, esa que mutará, se retorcerá sobre sí misma y adoptará mil caras es la economía en la que mis hijas vivirán. Porque esa será la economía que les tocará vivir. Y eso sí me ocupa las neuronas.

Y para eso debemos exigirnos entender todas las dimensiones que cada una de estas nuevas actividades de esta economía que viene acarrean, ya sea talento, formación, conectividad o infraestructuras. Y también legislativas. Así que sin ser normal que se pida esto, señores legisladores de la UE, España, autonomías y ayuntamientos, regulen. O, si no quieren hacerlo, pues desregulen (pedir esto sí es más normal). Lo que es imposible es no hacer nada porque no es normal la disparidad normativa entre un hotel y una casa alquilada entre particulares. Algo no encaja. Tanto unos como otros piden una ley que permita fijar el campo de juego. Lo único es que la pelota está rodando.