OPINIÓN

La refundación necesaria de los sindicatos

OLGA GRAU

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Los retos que afronta Josep Maria Álvarez son titánicos. El primer catalán en ocupar la secretaría de UGT, un sindicato que se fundó en Barcelona hace 128 años, deberá afrontar a sus 60 años la crisis de credibilidad que arrastran las centrales sindicales durante la crisis, similar a la del bipartidismo. La reputación del sindicalismo se ha visto empañada, y con razón, por casos de corrupción y mala praxis, como es el caso de las tarjetas black de Caja Madrid o los ERE fraudulentos de Andalucía. A sus dirigentes les ha faltado mano firme para librarse de las manzanas podridas y afrontar la renovación necesaria en sus filas, con más jóvenes, mujeres y nuevos perfiles. Además, la crisis ha mermado su poder con la caída drástica de ingresos, subvenciones y delegados en las empresas, lo que ha debilitado su capacidad de presión e influencia frente a los poderes.

En ese sentido, este periódico daba cuenta esta semana de la pérdida de 7.000 delegados en las empresas catalanas debido a los innumerables cierres y recortes de plantilla, con especial incidencia en las centrales mayoritarias, UGT y CCOO. La salvaje reforma laboral del PP ha terminado de poner la puntilla dinamitando la negociación colectiva en las empresas y restando poder a los agentes sociales para pactar las condiciones laborales en los centros de trabajo.  

Los sindicatos, pero también las patronales, no lo tienen nada fácil. Deben conectar con las nuevas generaciones, como han hecho en cierta manera Podemos por la izquierda o Ciudadanos por la derecha, y dar respuesta no solo a los actuales problemas del mercado laboral, mucho más frágil, fragmentado y global, sino también participar en los grandes debates de país.

La crisis ha dejado una sociedad más desigual, con un sector de la población mayor en riesgo de exclusión, y una tasa de paro muy elevada que tardará años en drenarse. El presidente de Telefónica, César Alierta, pronosticaba en una conferencia en la última edición del Mobile World Congress que el 65% de los niños que comienzan hoy la educación primaria acabará desempeñando un puesto de trabajo que a día de hoy todavía no existe y estará relacionado con las nuevas tecnologías. Las consecuencias perversas de la desregulación han quedado más que patentes en los últimos años. Los más débiles son los que acaban pagando los efectos más perversos del capitalismo salvaje. El papel de los sindicatos como defensores de la equidad y la justicia en el ámbito laboral es hoy más necesario que nunca. Pero ellos tienen que trabajar por ello con transparencia e independencia.