Al contrataque

¿Cree en la homeopatía?

Tal vez no se debe menospreciar la homeopatía como placebo efectivo, pero a la vez sí hay que enmarcarla justo en este espacio

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homeopatia / periodico

SÍLVIA CÓPPULO

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Cuando de pequeños gimoteábamos, cansados y llorosos, nuestra madre nos daba una cucharadita de agua con azúcar, nos abrazaba, amorosa, y nos ponía en la cama. «Con este remedio, mañana te encontrarás mucho mejor», decía, y tenía razón. Efectivamente, el agua azucarada, el descanso y el calor del amor materno curaban. Confiábamos en eso y acabábamos encontrándonos mucho mejor. Encontrarse bien es la vertiente subjetiva de la percepción de salud. Estar sano sería la objetiva, teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado completo de bienestar físico, psíquico y social. Cada vez hay más estudios que relacionan directamente el estado de salud de las personas, tanto objetivo como subjetivo, con el nivel de satisfacción y felicidad vital que han alcanzado. Y sabemos también que difícilmente un medicamento o una terapia nos curarán si no confiamos en que puedan hacerlo. Es decir, nuestro organismo, que es un todo, debe predisponerse favorablemente a ser curado para poder restablecer el equilibrio interno.

A raíz de que la Universitat de Barcelona ha decidido dejar de impartir el máster de homeopatía, estos días nos preguntamos si creemos en la homeopatía. Creer, como si fuera una cuestión de fe. No hay evidencia científica de que la homeopatía funcione a un nivel superior que un efecto placebo. Tal vez no se debe menospreciar la homeopatía como placebo efectivo, pero a la vez sí hay que enmarcarla justo en este espacio.

Un cáncer de hígado

Hace poco, a una persona de mi círculo personal le diagnosticaron un cáncer de hígado y decidió no someterse a ningún tratamiento tradicional porque lo consideraba agresivo. Me refiero a una intervención quirúrgica o sesiones de quimioterapia. Por el contrario, continuó visitándose con su médico homeopático. Estaba en su derecho de decidir cómo quería vivir lo que le quedaba de vida, que, evidentemente, fue muy poco. Pero es verdad que, sin embargo, este tiempo se encontró mejor de lo que imaginaba que se encontraría siguiendo un tratamiento tradicional.

Los milagros o remisiones espontáneas -como las llaman los facultativos- o no existen o escasean. Me parece mucho más humano y responsable que la comunidad científica diga las verdades que sabe, las evidencias que tiene y las dudas que le inquietan claramente, para que los pacientes tomemos nuestras decisiones con responsabilidad. Si me diagnosticaran una enfermedad importante, no acudiría por nada del mundo a un médico homeopático como primera opción, pero confieso que en el armario de mi baño siempre tengo unas gotitas homeopáticas para los ojos cansados. Refrescan y me hacen ver mejor.