IDEAS

Al margen del tiempo

JUAN VILLORO

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Un clásico no deja de emitir mensajes. Lo interesante es que esos mensajes cambian con las épocas. Ningún libro surge con la garantía de resistir los embates del tiempo; se vuelve perdurable por la forma en que es leído. 

Ciertos autores tienen la fortuna de ser apreciados como si no pertenecieran a su época. Nos asombra que un contemporáneo escriba con un narrador del siglo XIX, pero podríamos tolerarlo si llegara a nosotros en forma desfasada o misteriosa. Hace unos años, Sándor Márai gozó de un significativo redescubrimiento. Leído tardíamente, no se le exigió historicidad alguna. Más joven que Musil Broch, escribía como alguien anterior a ellos, un exponente de los entretelones sentimentales del imperio austro-húngaro. Pero llegaba tarde y eso permitía leerlo al margen de su época.

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Otro tanto puede decirse de 'Suite francesa', novela póstuma de Irène Némirovsky, quien murió en el campo de concentración de Auschwitz en 1942. Desapareció de la escena literaria francesa hasta que en el 2004 se publicó 'Suite francesa'. Esta obra costumbrista fue recibida con un clamor que acaso no habría despertado en su día, cuando Sartre Camus marcaban el pulso intelectual francés.

El caso más reciente de los autores que escapan a los rigores de su tiempo es el de Elena Ferrante, seudónimo del autor o la autora que escribe una vasta saga napolitana, de corte lineal, ajena a toda búsqueda que escape a los requisitos de una educación sentimental. Ferrante cautivó a novelistas como Jhumpa Lahiri y Salman Rushdie y al exigente crítico James WoodJohn Freeman escribió sobre ella: “Imaginen que Jane Austen se enoja y tendrán una idea de lo explosivas que son estas obras”. 

Lo extraño es que Austen haya tardado 200 años en enojarse. 'La amiga estupenda', primera parte del ciclo napolitano, recuerda a 'Mujercitas' justo en el momento en que la protagonista lee 'Mujercitas'. Con habilidad psicológica para captar la ternura y el horror de una época, Ferrante tiene la eficaz mirada de una autora del XIX. 

El misterio de su identidad permite leerla como si no perteneciera a tradición alguna. Como autora “viva” sería anticuada, como autora secreta está atractivamente fuera del tiempo.

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