Micromachismos adolescentes

SARA BERBEL

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Más del 70% de nuestros adolescentes creen que sus relaciones afectivas son igualitarias y que no es necesario realizar ninguna actuación especial contra la desigualdad de género. Las expertas en violencia machista explican que las campañas clásicas en medios de comunicación donde aparecía una mujer protagonista con un ojo morado ya no funcionan porque lxs jóvenes no se sienten identificadxs. ¿Qué está pasando, en consecuencia, para que hayan saltado las alertas en los indicadores sobre el aumento de la violencia machista en la juventud?

Uno de los factores explicativos es el camuflaje del machismo bajo discursos políticamente correctos. Desde la Psicología Social se llama neosexismo a la contradicción existente entre un posicionamiento público a favor de la igualdad y el mantenimiento de unas reticencias y rechazo profundos respecto a lo femenino, producto de siglos de socialización diferencial. De este modo, aunque parece que la igualdad esté conseguida, se producen sutiles actos de violencia o discriminación hacia las mujeres que no son fáciles de identificar. Son los llamados micro-machismos. Lo que es válido para toda la sociedad se hace especialmente grave en la adolescencia, dada su falta de experiencia para detectar situaciones de abuso y discriminación.

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Un estudio realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud en el 2015 muestra que más del 80% de los adolescentes entre 14 y 19 años conocen alguna situación de violencia de género en parejas de su entorno y 9 de cada 10 manifiesta haber ejercido violencia psicológica sobre su pareja. El 13% de los adolescentes no consideran maltrato amenazar o recibir amenazas si la pareja quiere romper la relación. Todavía son más quienes confiesan que su pareja las ha tratado de aislar de sus amigos y amigas (23,2%). Y hallamos una cuarta parte de las chicas (más del 25%) que reconocen que su novio o exnovio las vigila a través del teléfono.

Este último extremo, el del teléfono, no es en absoluto menor ya que las tecnologías de la comunicación han aportado nuevas estrategias, métodos y accesibilidad para lograr el control de los chicos sobre las chicas. Algunas de las preguntas que cabría hacer(se) para detectar una relación peligrosa serían:

¿Tu pareja te llama a todas horas?

¿Conoce la contraseña de tu móvil y la utiliza para mirarlo?

¿Se molesta porque quieres pasar tiempo con tus amigxs?

¿Te pregunta a quién le has enviado un WhatsApp a altas horas de la madrugada?

¿Te pide que compartas la ubicación con él en el móvil para confirmar que estás donde dices que estás?

¿Te exige que actualices tu estado en Facebook para poner que tienes una relación con él?

¿Te pide que te cambies de ropa cuando no le gusta cómo vas vestida?

¿Aceptas tener algún tipo de relación sexual con él aunque no te apetezca?

Todas las actitudes descritas se amparan en el paraguas del amor romántico tal como está concebido en nuestra sociedad. Responden al estereotipo según el cual los chicos deben proteger a las chicas y ellas deben ceder ante sus demandas para demostrar la profundidad de su afecto. El problema es confundir el amor con la dependencia y la sumisión, pero no es fácil evitarlo cuando las novelas, cuentos y películas más famosas dedicadas a jóvenes repiten el estereotipo de "chica-torpe-desvalida / chico fuerte-agresivo-celoso-protector". Lo vemos en Crepúsculo, la famosa novela de vampiros de Sthepenie Meyer, en las 50 Sombras de Grey y, por supuesto, en la abrumadora mayoría de cuentos infantiles adaptados por Walt Disney.

Detectar a tiempo los micromachismos en la adolescencia y ofrecer modelos alternativos de amor profundo, libre e igualitario es una condición sine qua non para erradicar la que después será violencia machista sin paliativos, que, lamentablemente, puede conducir a terribles asesinatos de mujeres, como está ocurriendo constante e intolerablemente en nuestro país.