Editorial

El pilotaje de los centros culturales de BCN

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El anuncio del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona de que los directores de los grandes centros culturales municipales de la ciudad serán nombrados mediante un concurso público y no, como hasta ahora, por designación directa es una decisión saludable, que se corresponde plenamente con la política de apertura y transparencia que Barcelona en Comú prometió en su programa electoral. No quiere eso decir que el sistema de nombramiento a dedo haya implicado menos talento por parte de los profesionales elegidos, ni mucho menos que su gestión haya sido opaca, pero el signo de los tiempos demanda una elección más abierta. A falta de concreciones sobre los mecanismos participativos y el papel de los especialistas que intervendrán en la resolución de los concursos públicos, estos deberán suponer no solo un salto cualitativo formal sino de fondo. Es decir, el cambio deberá traducirse en una mayor calidad de la gestión del Grec, el Born, el CCCB, la Virreina, el Museu Picasso, el Mercat de les Flors, el Museu Etnològic y el Museu de les Cultures del Món. El reto será que la fórmula del concurso no frene -por el riesgo de no ser elegido y aparecer públicamente como perdedor- a ninguno de los aspirantes de prestigio capacitados para dirigir esos centros. La cultura implica atrevimiento, y la posibilidad de estar al frente de instalaciones de referencia debe ser un estímulo potente para toda persona con inquietudes y sin miedo a someterse a un examen objetivo.