La mejor de todos nosotros

Muriel Casals acumulaba todas las virtudes y ninguno de los defectos de la política

MURIEL CASALS

MURIEL CASALS / periodico

ARTUR MAS I GAVARRÓ / Presidente de Convergència y 'president' de la Generalitat 2010-2016

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Escribo bajo un impacto emocional muy grande y con mucha tristeza. Muriel Casals era una mujer excepcional. La hemos querido como amiga, compañera de lucha y de camino, como madre, como hermana. Nos ha dado a todos fuerza en los momentos difíciles, esperanza en tiempos de incertidumbre, compañía en momentos de soledad, alegría en los momentos de alegría. No es fácil poner estos sentimientos por escrito.

La conocí bastante a fondo y tuve un contacto muy directo. De todas las personas que han participado en este gran proceso político catalán desde posiciones de liderazgo, Muriel ha sido la mejor de todos nosotros. En muchos sentidos. Porque ha sido una mujer inteligente, muy firme, y de actitudes muy nobles. De las virtudes que tiene la política, que hay muchas, pero también de sus miserias, que también tiene, tengo que decir que Muriel acumulaba todas las virtudes y ninguna de las miserias. Y esto es casi excepcional. Casi no tiene parecido con ningún otro de nosotros, y me incluyo. El proceso sin a su figura no se entendería.

Merece un gran homenaje como persona excepcional y fantástica que era, que ha sido decisiva en estos últimos años en Catalunya. Se ha hecho querer, y mucho, por parte de mucha gente, estuvieran de acuerdo o no con sus ideas. Una mujer de energía positiva, de concordia, y una persona que supo captar bien el anhelo de una parte mayoritaria de la sociedad catalana.

Muriel fue decisiva en momentos decisivos, y muy delicados. Cuando parecía que todo se iba a pique, se alzaba la voz serena y positiva, enérgica cuando era necesario, firme, de Muriel. Siempre ayudó a desatascar esos momentos difíciles. Soy testigo directo. Lo he vivido en muchas ocasiones en estos años, en momentos muy delicados y decisivos, justo antes de la consulta del 9 de noviembre del 2014, el 9-N; o cuando se negociaba la formación de lo que terminó siendo Junts pel Sí.

En aquellos momentos, Muriel siempre estaba allí, y siempre estaba para bien. Las cosas que tenía que hacer las hacía con gran serenidad y discreción. Esto hacía que su voz se acabara imponiendo. No tenía aristas, era transparente, pero tenía carácter y la firmeza de sus convicciones era muy grande. No era una persona amorfa. Entendía que su ejemplo era aleccionador desde muchos puntos de vista y actuaba en consecuencia. Esto le daba autoridad. Su inteligencia rezumaba en los momentos decisivos, para facilitar acuerdos.

Ella y Carmen Forcadell representaron el espíritu de movilización de las entidades civiles que vehicularon una voz de una parte significativa del pueblo catalán. Y supo animar a la gente, que reclamaba que los políticos se pusieran junto a sus anhelos. Ayudaron a que los actores políticos nos pusiéramos a la altura de la reclamación histórica.

Con Muriel llegamos a tener una relación muy estrecha. La conocía desde hacía muchos años, pero fue en estos últimos tres o cuatro que hicimos trenzar una relación especial, cercana, tanto mi mujer, Helena, como yo mismo. Aunque era una persona muy discreta, yo sabía que podía contar con ella con todo y para todo. Absolutamente, sin rendijas, sin fisuras, sin renuncias. Muriel tenía los objetivos muy claros. Estaba decidida a salir adelante. Siempre que fue necesario, ella estaba allí, al lado, ayudando, desbloqueando temas, dando su opinión y ayudando a que las cosas fueran mejor. Con firmeza, inteligencia y nobleza.

Como se dijo de Robert KennedyMuriel no necesita que la idealicemos, o que la agrandemos en la muerte más allá de lo que fue en vida: sencillamente como una persona buena y decente, que vio injusticia e intentó subsanarla; vio sufrimiento e intentó aliviarlo; vio dominio e intentó liberarlo.

Echaremos de menos a Muriel. Especialmente cuando aparezcan obstáculos. Yo la echaré de menos muy especialmente. La recordaré siempre. Creo que hoy, más que una despedida, lo que tenemos que tener es este recuerdo vivo, permanente. Porque Muriel ha dejado muchas huellas en este país, y muy buenas. El mejor homenaje que le podemos hacer es continuar el camino siguiendo sus huellas, que ella las dejó bien marcadas para nosotros.