Etimología cardíaca

RISTO MEJIDE

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Hoy que celebramos la mayor mentira del mundo jamás contada a uno mismo y la más maravillosa también. Hoy que, por unas horas, no nos hacemos más trampas que al solitario. Hoy que le ponemos nombre de santo a uno de mis pecados favoritos. Aquí y ahora me apetece mentirme del todo, darme una vuelta por las palabras que usamos y por las que no usamos tanto también. La verdad es que me da lo mismo si acierto o no con mis conjeturas. Pues qué es una relación sino la conjetura de que esta vez sí. Ni el mismísimo Popper se atrevió a falsarla. Ni siquiera él fue incapaz de dejarse atrapar.

Qué pasa si San Valentín en realidad viene de valiente. De lo apuesto todo al rojo. De me atrevo a sentir por encima de mis posibilidades. De dejadme solo, que me estoy arriesgando mucho, ya lo sé. Pero es que cuanto más me arriesgo, más estoy en disposición de querer. Tal como están las cosas, casarse empieza a ser el acto más revolucionario que existe. Y divorciarse, un acto de lo más mainstream, un acto de lo más vulgar. En breve lo cool será aguantarse toda la vida. Ya verás.

Qué ocurre si Cupido viene de esculpir. Ojo a esa L que irrumpe como buena novata y transforma cualquier vileza en una maravillosa obra de arte. Como un insulto bien dicho en la cama. Algo que de pronto ha dejado de estar mal. Y es que toda relación se estrena por el sexo y tarda algún tiempo en subirse hasta los órganos superiores, donde la permanencia es muchísimo mayor que la rotación. El problema aparece cuando uno no es capaz de moverse de ahí abajo. Que tal como viene, se acaba yendo. Se comporta un poco como el cash.

Qué pasa si el corazón es la víscera más visceral. El que toma las decisiones importantes. El que le rapta todo el protagonismo semántico al complejo amigdalino, pero en el fondo, y a todos los afectos, nos da igual. Lo importante es que nuestro organismo ya ha elegido cuando nosotros todavía lo estamos empezando a argumentar. Francamente, así nos va.

Qué ocurre si a enamorarse lo traducimos directamente del inglés. Que se transforma en algo así como caer en el amor. Como quien ha caído en la cuenta. Cuando no de un pedestal. De esto Hollywood ha construido la industria más mentirosa. Porque caerse no puede durar más de 90 minutos. La historia real empieza cuando chico realmente conoce a chica o viceversa, cuando alguno de los dos se empieza a levantar. Ahí es donde todo comienza de verdad. Caerse en el amor. En el mejor de los casos, tirarse a uno mismo a un pozo sin fondo de cuatro letras. Un sitio desde el cual se ve todo distinto. Un sitio donde la luz la pone quien mira y más recibe quien más da. Un lugar en el que caben unas cosas y otras no. Por no hablar de las personas. Es el único lugar del mundo donde siempre se queda la gente que ya no está.

Qué pasa si cursi es el diminutivo de curso. Algo que se nos acaba pasando con el tiempo, siempre y cuando seamos capaces de aprobar. Conmigo ya no hay manera, sigo repitiendo primero de emocionarse. Estoy por montar la tuna de esta puñetera Universidad.

Qué ocurre si Latino viene de latir. De estar agarrado a la vida y no querer soltarla. No es una procedencia, es una forma de entender la felicidad. Saber que vale más un abrazo que un beso, y aún así jamás tener vergüenza de abrazar. Es más, qué son las lenguas romances sino lenguas diseñadas desde sus principios para el noble arte de darse lo suyo. Por no decir de amar.

En definitiva, qué pasa si a cada palabra le imponemos el significado que nos dé la real gana. Que al fin y al cabo es lo mismo que hacemos con las personas, lo que pasa es que queda mucho más fino decir que me acabo de enamorar.