La movilidad urbana

Barcelona y los coches

Reducir a la mitad los automóviles en circulación en la ciudad es un objetivo posible y necesario

ilu-03-02-2016

ilu-03-02-2016 / periodico

MARIA RUBERT DE VENTÒS

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Como sistema de transporte para los trayectos habituales, el coche se va retirando del centro de las ciudades... para no volver. Es absurdo que las grandes masas de gente y mercancías que se mueven por las áreas metropolitanas se distribuyan en vehículos que contaminan y que además hay que aparcar, que van medio vacíos y que desplazan un volumen excesivo. Sacar los coches del centro es devolver el espacio de la calle a los ciudadanos. Razones higiénicas y consideraciones ambientales vuelven a estar sobre la mesa como hace 150 años, cuando se proyectaron los ensanches con calles amplias con alcantarillas para combatir las condiciones insalubres del casco antiguo.

El centro de Barcelona es demasiado cómodo para los coches. La cuadrícula de calles permite un nivel de circulación muy superior al de ciudades con redes más discontinuas. ¡Y solo el 15% de los desplazamientos de los barceloneses son en coche! La espectacular transformación a partir de los Juegos Olímpicos pasó por alto esta contradicción. Las elogiadas rondas no disponen ni de un carril para autobuses exprés. Eso implica niveles de congestión, polución y acústica poco saludables.

Reducir a la mitad los coches en Barcelona es posible y necesario. Para que no se penalicen con más tiempo los desplazamientos hace falta que el transporte publico sea eficaz y más rápido. Durante décadas hemos insistido en la necesidad de extender y realizar conexiones básicas del metro y ampliar el ferrocarril en Barcelona. Hay que enlazar la línea 3/4 por el puerto, recuperar y aprovechar la oportunidad del trazado del ferrocarril litoral por el Morrot, reincorporar la estación de França al sistema, mejorar y multiplicar la oferta de Rodalies e imaginar nuevas estaciones en los accesos. Desmontar una estación o arrancar una línea es un atentado a la ciudad del siglo XXI. ¿Cuántos trenes y viajeros más puede incorporar la estación de Sants sin colapsarse? Paradójicamente, hemos dedicado demasiado dinero en las últimas décadas a infraestructuras prescindibles: rotondas, túneles, variantes y nudos viarios que han destrozado el paisaje de los alrededores, y aparcamientos públicos en los centros. Mucho asfalto que futuras generaciones desmontarán.

NEGOCIO EN JUEGO

NEGOCIO EN JUEGOPero otras iniciativas pueden mejorar la movilidad sin construir más infraestructuras. Por ejemplo, en el Eixample todas y cada una de las calles podrían incorporar dos carriles de autobús, microbús o nuevos ingenios automáticos. Cada cruce podría ser un centro arbolado. Sería una adaptación contemporánea a las máquinas que imaginaba Cerdà circulando en cada calle. Un centro donde ninguna calle sería tan peatonal como el Portal de l'Àngel, pero ninguna con tanto humo como Aragó. Cerrar o dedicar los aparcamientos de las áreas centrales a otros usos y aumentar espacios para aparcar en las grandes estaciones también disminuiría la circulación. La conexión del tranvía por la Diagonal mejorará la movilidad y expulsará coches. Insertar dos guías en el suelo es relativamente sencillo y no afecta a la urbanización reciente. Además, más tranvías o trolebuses podrían extender la red incipiente a vías como la Meridiana, la Gran Via o el eje Paral.lel-Sants.

Si viviéramos en Londres, atravesar la ciudad por la Diagonal nos costaría 15 euros diarios, y en Estocolmo 6,52. Entrar en Manhattan cuesta entre 15 y 25 dólares, salir es gratis. En Zúrich se han reducido los aparcamientos y aumentado los tiempos de los semáforos. Helsinki planea que en 10 años el coche sea inútil. Oslo prevé eliminar el coche del centro en el 2019; las tasas se aplican a ampliar el metro y el ferrocarril, complementario de una red creciente de tranvías, buses y taxis. La bicicleta, los nuevos patinetes y múltiples vehículos sobre ruedas para mayores están tomando las calles, incluso en las ciudades con climas severos.

No es casualidad que empresas como BMW, Mercedes, Renault o Peugeot-Citroen estén dedicando muchos recursos I+D a esta nueva relación del automóvil con la ciudad: investigando en los coches eléctricos o sin conductor, pero también imaginando modos de gestión mas flexibles y cooperativos, interesándose por la movilidad en transporte público. Los jóvenes que viven en ciudades densas no aspiran a tener coches ni se imaginan con ellos. Hay mucho negocio en juego.

El coche y el cigarrillo son símbolos de una era pasada. Congresos y estudios sobre el futuro de las ciudades utilizan esta analogía. Nadie imagina que el humo del tabaco volverá a inundar locales cerrados. De modo análogo, el espacio que liberarán los coches devolverá a Barcelona confort y calidad ambiental en sus calles. ¡Es precisamente el confort de poder desplazarse rápidamente sin coche una de las mejores cosas que significa vivir en la ciudad!