La rueda

El punto de saturación de la corrupción

Solo una autocrítica real y una renovación profunda de la cúpula directiva podría activar políticamente al PP

ENRIC MARÍN

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Curiosamente, esta vez nadie había convocado con holgada antelación a los medios de comunicación. Y no por falta de material: 24 detenidos en una operación policial para poner al descubierto una trama de corrupción política con indicios de criminalidad organizada daban mucho de sí mediáticamente. No importa, sin embargo. El efecto político de la operación Taula es demoledor. Con este último escándalo ya se ha llegado al punto de saturación. La secuencia formada por el caso Nóos, el caso Bárcenas (actualizado con la investigación de la destrucción de los discos duros), el caso Aquamed y la operación Taula desnudan de credibilidad política a la cúpula del PP en el peor momento. Hace más difícil explicar a buena parte del electorado la gran coalición en cualquiera de sus variantes. Políticamente hablando, desde ayer el contacto con el PP es algo más tóxico. A su vez, el socialismo meridional y sus aliados no piensan tolerar ninguna solución alternativa que pase por el pacto entre PSOE y Podemos. Mientras tanto, Iglesias y Errejón se mueven cómodamente aprovechando la parálisis de los partidos dinásticos. Han descubierto que no era estrictamente necesario poner como condición el referéndum en Catalunya para dejar en evidencia al PSOE. Pero Catalunya es la coartada de todos. Del PP para presionar a C's y PSOE. De C's para hacer objeción de principios a ningún pacto que incluya Podemos...

Solo una autocrítica real, junto a una renovación profunda de la cúpula directiva, podría activar políticamente al PP. Sin este improbable escenario, la repetición de las elecciones parece inevitable. Pero ir a elecciones sin los deberes hechos podría ser catastrófico para el partido alfa del nacionalismo español. El margen de maniobra de Rajoy es tan estrecho como el de Sánchez. Prácticamente cero.