Análisis

La ciénaga valenciana

No sabemos si esta sacudida es la definitiva o aún hay que esperar al 'Big One¿, el terremoto definitivo del PP

TONI MOLLÀ

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El domingo pasado, el periodista del diario valenciano 'Levante-EMV' Francesc Arabí anunciaba el inminente estallido de lo que él llamaba 'el Caso' (así, en mayúscula), una macro causa con decenas de detenciones que afectaría a los intestinos del Partido Popular valenciano. Solo 48 horas después, la policía se pasea de nuevo por las instituciones valencianas como Pedro por su casa, buscando pruebas de una corrupción institucional que ahoga el País Valenciano desde hace más de 20 años. Al parecer, los casos 'Gürtel', 'Emarsa', 'Ciegsa', 'Cooperación', 'IVAM' o 'Nóos' quedarán en poca cosa en comparación con esta nueva trama.

En 'el Caso' sobresale, como estrella fulgurante, el expresidente de la Diputación de Valencia Alfonso Rus, ese hombre que prometía «rematar a los profesores gilipollas que dicen 'aleshores' y 'gairebé'» y cuyas ocurrencias eran muy celebradas en mítines y reuniones del PP hasta hace siete meses. Pero Alfonso Rus no es solo un pequeño fascista vividor, que lo es, sino el gran muñidor de los equilibrios internos del poder orgánico e institucional del PP, con Francisco Camps, Rita Barberá, Alberto Fabra y su tupida red de cómplices por todas las comarcas, instituciones y en muchas de las empresas más importantes de la economía valenciana. Unas empresas que ven con fastidio el final de unos años dorados.

El País Valenciano está hoy en la bancarrota absoluta, una situación resultante de la relación promiscua y opaca establecida durante la glaciación popular entre gobernantes y hombres de honor y de negocios. Como asegura la sabiduría popular, 'no hi ha un pam de net'. Es fácil, pues, recurrir a las metáforas y analogías mafiosas para describir nuestro caso. Decíamos aquí mismo en un artículo ('Los que mueven la basura') a propósito de EMARSA, otra empresa pública de la Diputación de Valencia, que «hay días en que, al leer la prensa, uno cree que la 'Piovra' (la mafia de la famosa miniserie italiana de los 80) se ha instalado definitivamente en las entrañas del Estado de derecho hasta difuminar la frontera entre la realidad y la ficción. La contrata de la basura de la ciudad de Alicante, el saqueo de cajas de ahorros o del Palau de la Música, las visitas del Papa de Roma o la construcción de parques de atracciones ocultaban, según hemos sabido a pelotazo pasado, actividades muy parecidas a las que documentaban Talese, Saviano, Coppola o Scorsese.

'El Caso' ha llegado para condicionar el presente y futuro del País Valenciano y quizá más allá. Pero no sabemos si su sacudida en nuestra ciénaga colectiva es la definitiva o si el último terremoto -como el 'Big One' que esperan los habitantes de San Francisco desde hace décadas- está por llegar, que en Valencia nunca se sabe. Por ahora la justicia apunta al nervio vital de la gran 'familia' siciliana, digo valenciana, que es el PP. La diferencia con las familias descritas por Talese y compañía es que nuestros padrinos -algunos hasta ahora intocables, como Camps o Barberá- siguen ocupando cargos públicos.