Las perspectivas económicas mundiales
La cara privada de Davos
La reforma española fue presentada el año pasado como ejemplar sin tener en cuenta el malestar social generado por las desigualdades creadas
Eugenio M. Rico
Profesor de Economía de ESADE Business and Law School.
EUGENIO M. RECIO
Para hacer un balance de lo que ha sido el 46 Forum de Davos, que acaba de terminar, hay que tener muy claro que, como su nombre indica, se trata de un encuentro para debatir y crear conciencia de los problemas económicos globales y no para imponer deberes a nivel mundial o nacional. Para ello se han reunido 40 jefes de Estado y de Gobierno y cerca de 3.000 empresarios y líderes de la sociedad civil de los 81 países participantes. Pero tanta importancia, o más, que esos debates de los representantes públicos tienen los encuentros de carácter privado entre gestores de grandes empresas donde se negocian intercambios de diversa naturaleza como, por ejemplo, acuerdos de inversión, de los que no se suele informar públicamente al dar a conocer los temas debatidos.
El lema escogido para la presente edición ha sido 'La cuarta revolución industrial' y, en base a diferentes estudios que han presentado renombradas consultoras internacionales como Accenture Strategy, KPMG, PwC y Adecco se ha dado a conocer la doble vertiente, positiva y negativa, del potencial de la digitalización futura que, si por una parte, podría incrementar el PIB mundial en 1,8 billones de euros, en una proyección que se ha hecho para el periodo 2015-2020 estas tecnologías podrían destruir 7,1 millones de puestos de trabajo, creando solo en dicho periodo 2 millones.
TRASTORNOS EN LOS MERCADOS
Estos datos, junto a otros, como los trastornos que están provocando en los mercados las crisis china y de los países emergentes; los problemas que están planteando en la UE las avalanchas de refugiados que aún podrían intensificarse en los próximos años si se mantiene la caída de los precios de las materias primas y miles de africanos tienen que abandonar sus países para no morir de hambre, y, sobre todo, la amenaza de una nueva recesión, explican el ambiente de inseguridad y desconfianza, que ha caracterizado el encuentro de este año y que se ha tratado de superar con las diversas propuestas de los participantes.
Para el análisis de los problemas económicos globales los jefes de Estado y de Gobierno de los distintos países y los representantes empresariales aportan la información de los problemas económicos que tiene el propio país. En nuestro caso, el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, y más de nueve ejecutivos de las grandes empresas españolas han participado en este 46 Foro, como lo han venido haciendo en casi todos los anteriores.
Ha habido propuestas importantes para temas generales como la del presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, que participó en el panel 'The transformation of energy', proponiendo un cambio en el 'mix' energético, que permita el desarrollo e integración de las energías renovables maduras, de acuerdo con los compromisos derivados de la reciente cumbre del clima celebrada en París.
ESFUERZO FRUSTRADO
Pero, por lo que se refiere a la economía española, a pesar de los esfuerzos que han hecho Guindos y la mayoría de los empresarios presentes por transmitir una impresión positiva de su situación actual, por las tasas de crecimiento de nuestro PIB entre las más altas de los países comunitarios y por la creación de empleo -¡datos importantes para atraer y retener inversión extranjera! -, no se ha podido evitar la constatación del contraste entre la valoración que se hizo en el Foro anterior, en enero del 2015, y la incertidumbre generada sobre nuestro futuro económico por las dificultades para formar un gobierno con garantías de estabilidad y de continuar con las reformas necesarias. Reformas, que hace un año nos presentaban en Davos como país comunitario ejemplar, frente a la actitud de Francia e Italia que, con Grecia, causaban serias dudas a los mercados.
Verdad es que, en medio de tanta alabanza, se cometió el grave error de no tener en cuenta el malestar social que se estaba creando por las desigualdades en la distribución de la renta y que ha tenido su expresión en el voto dado el 20-D a Podemos, principal responsable de la inquietud que caracteriza actualmente a nuestra economía.
PROGRAMAS ARRIESGADOS
Deberíamos tener muy presente el riesgo en que incurriríamos si se llevaran a la práctica los programas de un partido que tanto entusiasmo manifestó por el triunfo electoral del Syriza griego. Solo faltaba añadir nuevos problemas a las dificultades por las que atraviesa en la actualidad la UE y que, con razón, las han tenido muy presentes los representantes de la economía global en la reunión de Davos.
Esperemos que encuentros como el de Davos hagan reflexionar a nuestros conciudadanos para que caigan en la cuenta de la responsabilidad que se contrae al dar un voto sin ponderar debidamente todas las circunstancias y de cuyas consecuencias pueden ser las primeras víctimas.
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