opinión

Manifiesto por una escuela inclusiva... con los padres

TOMÀS NAVARRO

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No tiene sentido hablar de educación sin incluir a los padres en el proceso educativo. He impartido charlas en muchas escuelas y siempre he defendido que padres y escuela tienen que ir de la mano por el bien de los niños. Ahora bien, conozco muchos centros educativos, como ponente, como consultor y alguno como usuario, que no quieren ver a los padres ni en pintura… y yo me pregunto ¿Cuál será el motivo? Pero no el motivo eufemístico, sino el motivo real. ¿Por qué una escuela no quiere que los padres participen del proceso educativo de sus hijos?

Muchos centros rehuyen el contacto con los padres y se blindan; provocando, así, distanciamiento y hostilidades entre padres y profesores. Lo desconocido nos provoca desconfianza. Nos cuesta entender el motivo por el que una escuela, un director o un profesor nos rehuye. Como no lo vemos lógico ni razonable entendemos que existe un motivo oscuro que lo provoca y aquí es donde nace la desconfianza, completamente fundada y provocada por una actitud distante.

En mi opinión, la escuela tiene que trabajar con los padres en un doble sentido. En primer lugar incorporándolos en su día a día de manera creativa. Los padres pueden ser los encargados de organizar un family day, explicar contenidos vinculados a su profesión, dar refuerzo a alumnos con necesidades especiales y un largo etcétera de tareas. Mi mujer, por ejemplo, intentó organizar unos grupos de lectura para ayudar a los niños de primero que tenían más dificultades para leer. Lo intentó sin éxito. Los únicos perjudicados fueron los niños.

Yo vivo en un entorno rural. ¿Por qué no viene un agente rural a hablarnos del medio natural en el que vivimos? ¿Por qué no viene un padre médico a hablarnos de salud? ¿Por qué no viene una madre abogada a hablarnos de oratoria? ¿Por qué no viene una madre empresaria a hablarnos de proactividad e iniciativa? ¿Por qué no viene una madre bióloga a hablarnos del cuerpo humano? ¿Por qué no vienen padres y madres a explicarnos cuentos? ¿Por qué no reservamos un espacio a la semana, sistemáticamente, para que los padres compartan sus conocimientos con la escuela y los alumnos?

Una buena escuela, una escuela segura, una escuela sin miedo, una escuela en lo que lo más importante son los alumnos, sabe que tiene que buscar momentos de conexión con los padres.

Pero voy más allá. Querido profesor, querido director de escuela, querido jefe de estudios… ¿Qué te parece si en vez de quejarte tanto de los padres, pasas a la acción con una actitud constructiva? Te propongo que los ayudes en vez de criticarlos. Muchos padres necesitan recursos y se muestran agradecidos cuando se los proporcionas. Mi segunda propuesta es que todo centro educativo tenga una escuela de padres con una programación de actividades formativas estable, variada y de calidad que les ayude en el día a día con sus hijos. Podemos tratar temas de salud, de educación emocional, de sexualidad, de uso de las redes sociales, nutrición, actividad física, primeros auxilios y un largo e interminable etcétera.

Conectar profesores con padres no es difícil siempre que haya voluntad. Comparto algunos de los consejos que proporciono en mis charlas a escuelas que realmente están preocupadas por el desarrollo integral de sus alumnos y que saben que no lo podrán conseguir si no tienen muy presentes a los padres. Padres y profesores, aplicaros el cuento y acercar posiciones por el bien de vuestros hijos. Estos son mis diez consejos.

1) Crea una conexión de calidad y de complicidad. Las conexiones no se crean espontáneamente. Más vale que tú hagas algo. Si ambos hacéis algo en vez de esperar a que sea la otra parte la que de el primer paso, todo será más rápido y con más calidad

2) Empatiza con los padres. Empatiza con los profesores. No somos tan distintos. Olvida las teorías conspiranoicas. Los padres no muerden. Los profesores no son monstruos.

3) Rompe tus esquemas. Deja de ver al profesor como profesor y empieza a verlo como a una persona con sus miedos e ilusiones, con sus virtudes y sus defectos. Deja de ver a los padres como padres pesados, estúpidos y prepotentes y empieza a verlos como personas que piensan y sienten con sus virtudes y sus defectos.

4) Asume que las personas pueden variar su comportamiento en función de como son tratadas. A menudo, muy a menudo, nosotros mismos provocamos interacciones hostiles con nuestro interlocutor.

5) Acepta a los padres sin clasificarlos y sin etiquetarlos. Acepta a los profesores sin estereotiparlos. Después de conoceros podéis reajustar percepciones. Pero abandonad, por favor, las etiquetas y estereotipos.

6) Permítete conocer a los padres y conectar con ellos. Permítete conocer a los profesores y buscar la complicidad. Solemos evitar conscientemente relacionarnos con los padres y con los profesores. Olvídalo. Los padres tienen que ser bienvenidos a la escuela.

7) No te compares, no los juzgues, no los critiques. No tienes ni idea de la vida que tienen los padres de tus alumnos, de los condicionantes que arrastran, ni de los recursos de los que disponen.

8) Muéstrate respetuoso y constructivo con los padres… y con los niños. permitidme este apunte pero he visto reuniones de claustro que pondría los pelos de punta. ‘Este niño es un vago, este otro es un delincuente en potencia. Esta niña va a ser una puta, mira como se insinúa con tres años de edad’. En fin, que pierdo el hilo. Los padres padres son. No te respetarán hasta que tu no muestres una actitud respetuosa.

9) Recuerda que somos más parecidos que diferentes, así que busca puntos en común. Si superas tu miedo, tu odio, tu asco, tu prepotencia o tu aversión, podrás conocer a la persona que tienes delante.

10) Escúchalos e investiga sus intereses. Solemos estar demasiado ocupados intentando responder a la defensiva o confirmando nuestras ideas prefijadas y entre tanto no escuchamos lo que nos dice nuestro interlocutor. Claro como no les escuchamos, tenemos que imaginar lo que nos han dicho y llegado ese momento optamos por imaginar lo que más nos conviene.

Ya está bien de hablar de las necesidades de los profesores. Ya está bien de hablar de las necesidades de los padres. Propongo que en vez de poner el foco de atención en las necesidades de los profesores o de los padres, pongamos toda nuestra atención en conocer y satisfacer las necesidades de los alumnos.