Al contrataque
Llega el 'alien'
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Si usted, amable lector, es catalán, debo darle una noticia mala y otra buena. La mala es que vuelven a utilizarle con fines políticos; como siempre, ninguna novedad. La buena es que es usted el centro del mundo, es decir, de España. Porque la política española, desde el 20-D, o mejor dicho, desde el 27-S, o mejor dicho, desde la manifestación de la Diada del 2012, o mejor dicho, desde siempre, está condicionada por Catalunya. Pero esta vez la novedad desde las elecciones generales no es que esté condicionada sino que está directamente supeditada a Catalunya. A veces se admite en público, a veces con la boca pequeña, y hay quien quiere negarlo, pero lo cierto es que las discusiones fratricidas por la investidura imposible no son más que batallas eufemísticas sobre la cuestión central de fondo, que no es otra que la catalana.
El carpetovetonismo sueña tras el 20-D con la gran coalición, una aberración que solo se acepta por un bien superior, que es el de poder proteger la unidad de España por encima de cualquier otra consideración: se explica por Catalunya. El sueño contrario, el del pacto progresista, agoniza por culpa del demonio del referéndum: se explica por Catalunya. El PP se hace el escandalizado con el gesto del PSOE de facilitar grupo propio a Convergència y Esquerra en el Senado: se explica solo por Catalunya. En Comú Podem se queda finalmente sin grupo y se integra en la unidad sagrada del partido único para que la periferia no descarrile: se explica por Catalunya. La política en España es ahora un juego de sumas imposibles en el que cualquier combinación para llegar a la cifra de 176, descartada la gran coalición, debe contener necesariamente una solución para Catalunya.
El 'procés' devora a sus hijos
Y lo hilarante es que esta solución difícilmente puede pasar por algo que no sea un referéndum de verdad -es decir, inconstitucional-, con lo que la política española se encamina hacia una contradicción diabólica en la que solo el separatismo que quiere romperla es el que puede salvarla. Catalunya condiciona, pero es que además anticipa: el sacrificio ritual de Mas actúa como prólogo del sacrificio inevitable de Rajoy, el siguiente capítulo de esta tragicomedia que está ya a la vuelta de la esquina y que desde el parto de Puigdemont ha invertido inesperadamente el guion: ahora es España quien va a remolque. Y es que el procés que devora a sus hijos sin distinción de ideologías, de Mas a Herrera pasando por Duran o Sánchez Camacho, se dispone ahora a comerse también a los políticos españoles. El alien que se ha cargado a todos los partidos excepto ERC parece decidido a cambiar de caladero y a iniciar nuevos homicidios en el Madrid político que tanto lo ha subestimado. El primer síntoma inconfundible de que se acerca el monstruo es esta incapacidad para llegar a 176, por supuesto siempre por culpa de Catalunya. ¿Quién será el último pasajero?
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