La independencia no iba de Artur Mas

Imagen de archivo de Artur Mas y Carles Puigdemont, tras la investidura del segundo.

Imagen de archivo de Artur Mas y Carles Puigdemont, tras la investidura del segundo. / PERIÓDICO

JOSE A. RODRÍGUEZ

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Una de las críticas que se le ha hecho al “procés” es la de ser una maniobra política de Artur Mas para perpetuarse en el poder, esconder con la bandera los posibles casos de corrupción en su partido y no hablar de los recortes. Una gran parte de los críticos con el procés català se consideraba a Artur Mas el artífice y el manipulador del procés y que si lograban aniquilarlo políticamente, el procés se frenaría en seco.

Algunos consideraban a los nuevos independentistas como personas sin cerebro, lobotomizadas por TV-3 y reeducadas en la escuela catalana, víctimas propiciatorias del objetivo político de Artur Mas: su pura supervivencia política en el poder.

Una parte del independentismo más nuclear también ha afirmado que en el último momento Artur Mas traicionaría el procés, que para salvar su silla estaba dispuesto a tirarlo todo por la ventana.

Todos esos argumentos se han volatilizado en un puñado de horas. Artur Mas se ha retirado temporalmente de la carrera política cediendo su puesto a Carles Puigdemont en un acuerdo in extremis entre CUP y JxS en el que muy poca gente confiaba.

La figura de Artur Mas al final no era imprescindible para el proceso, ni de hecho la piedra angular que lo iniciaba. Una parte del aparato del estado español tenía preparada imputaciones contra Artur Mas, una parte de la prensa que se publica en Madrid tenía ríos de tintas dirigidos contra su persona, todo ha quedado en inútil para frenar el proceso.

La realidad ha dejado a más de uno en evidencia y ahora que el proceso ya no se puede reducir a los intereses políticos de una sola persona a algunos periodistas y políticos españoles les costará reubicarse.