Análisis

La mariposa de Lorenz

JOSÉ ANTONIO BUENO

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Cuando aprendemos matemáticas solo vemos números, pero tiene especialidades cercanas a la filosofía. En esa frontera entre matemática y filosofía está la teoría del caos, que reconoce que los modelos predictivos no siempre son válidos. Por ella sabemos que el aleteo de una mariposa en el Maresme puede desencadenar un huracán en Cancún al afirmar que un cambio en las condiciones iniciales (el aire producido por la mariposa) puede alterar todo el sistema (huracán). Y mira por dónde, una gráfica ultrafamosa en esta ciencia se conoce como la mariposa de Lorenz.

China ha crecido mucho, muchísimo, pero sus datos fundamentales ya no son los que eran. Su crecimiento ya no es de doble dígito y hay incluso quienes apuntan a un crecimiento real (que no el de las estadísticas oficiales) más cerca del 3% español que de su objetivo del 7%. Su modelo de exportación de bienes baratos y de escasa calidad, basado en el dumping social y ecológico y sin ningún respeto por la propiedad intelectual, parece que está agotándose, mientras el resto del crecimiento es pura burbuja especulativa producida por la liquidez excesiva mundial que acompaña a un Gobierno chino empeñado en crear de la nada un gran sistema financiero local. El mercado inmobiliario, el sistema financiero y la bolsa china están hipervalorados y los aguanta una economía centralizada que tiene a su bolsa sumergida en un corralito cada vez más estrecho, favorece los créditos a particulares para comprar acciones, permite que los planes de pensiones públicos entren en la bolsa y si todo ello falla (que está fallando) el Estado comprará acciones directamente, si el partido cree que eso es lo que más le conviene a China.

China necesita activar el consumo interno para compensar la (relativa) debilidad de las exportaciones e inversiones, y eso no es fácil en un país con un PIB per cápita inferior, todavía, al de Gabón o Costa Rica. Aunque Shanghái sea una ciudad que deslumbre, ni mucho menos puede decirse que los 1.370 millones de ciudadanos chinos viven en un entorno desarrollado. El cambio de su modelo de crecimiento es un reto que habrá que ver cómo lo afronta el próximo plan quinquenal que se aprobará en marzo.

La montaña rusa a la que está subida la bolsa china arrastra al resto de bolsas no solo porque las ventas de las empresas que exportan a China vayan a bajar sino también porque el dinero, el gran dinero, tiene una excusa para moverse. Los mercados no son entes invisibles sino que se componen de multitud de actores, pero las manos que primero mueven las bolsas son los bancos de inversión, las gestoras de fondos de inversión y de planes de pensiones. El dinero que mueven no es que sea mucho, es que es superior al valor de todas las compañías de bolsa de todo el mundo. Y cuando comienzan a deshacer posiciones arrastran al sentimiento del mercado.

Como en la meteorología, el mundo financiero ya está tan intercomunicado y es tan grande y complejo que es difícil dar con explicaciones completas e imposible acertar con las predicciones. Lo que también se cumple es que cuando un operador de la Bolsa de Shanghái toma una decisión los ahorros con los que pensaba reformar su cocina un ciudadano de Sabadell pueden verse mermados. La mariposa de Lorenz se ha posado de manera definitiva en el mundo financiero. ¡Que nadie la espante, por favor!