La clave

La suerte estaba echada

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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Estas líneas se podían haber escrito antes de que la CUP tomara su definitiva decisión sobre Artur Mas. Tiempo habrá para debatir lo que ocurrirá tras ese 'no' a quien se ha empeñado en no hacerse a un lado en nombre del 'procés'. Los unos por los otros, la historia no hablará bien de estos años. No por la apuesta por la independencia -allá cada cual-, sino por la chapuza organizada. En el fondo, ¿qué sabemos de la 'conversión' de Mas, de lo que pasó por su cabeza tras la primera explosión independentista, en el 2012? ¿Creyó que estaba ante su gran oportunidad? ¿Se vio como el Bolívar de la Catalunya de principios del siglo XX, la figura que nunca quiso ser Cambó, o simplemente, el Pujol del XXI, el de las mayorías absolutas con una nueva versión de 'la puta i la ramoneta'?

Tras aquel error de cálculo se han destruido partidos, caído líderes, el 'enemigo' ha entrado por la ventana y hasta algún destacado periodista ha perdido el cargo. El famoso suflé se hinchaba mientras él se encogía. Muchos de los que creyeron en el viaje exprés a Itaca, gratis y sin perder una pluma, no se fiaron de él como capitán. Inocentes, sí, pero no tanto. Mucha carga en la mochila. Hacía muy poco del idilio con Alicia, de la tijera del recorte asida con pulso firme.

Y en eso llegó Pujol. Su confesión fue el estallido de un grano de pus que no paró de supurar. Aquí, un inaudito ejercicio de pornografía parlamentaria -'diuen, diuen, diuen'...- ¿Creyó Mas que colaría lo de «asunto de familia»?-; allí, unas detenciones, incluido el cajero de la casa. Sedes embargadas, un 'caso Palau' en lista de espera... O Mas sabía de qué iba la fiesta desde sus estratégicos cargos en CDC y el Govern o era el ciego mayor del reino, con permiso de Rajoy. La astucia del 9-N, el único momento en que el pulso catalán hizo una pantomima de doble poder, le inyectó adrenalina. El abrazo con David Fernández, la imputación, la comparecencia judicial en el 75 aniversario del fusilamento de Companys... Efímera épica.

De mal en peor

Si el 2012 le dejó en manos de Junqueras, tres años después quedó atado al palo mayor de la CUP. Los almogávares anticapitalistas se han jugado solo si darle muerte rápida o tormento. Ha salido cara.