Pequeño observatorio

Edith Piaf, la voz de las emociones

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Siempre he sido adicto a la canción francesa. La 'chanson' de los Brassens, Montand, Aznavour y otros que componían sus canciones o interpretaban las letras y músicas de los mejores constructores de canciones. Líricas, dramáticas, tiernas o amargas. Canciones que hablaban y hablan de la vida. Se han cumplido este mes 100 años del nacimiento de Edith Piaf. He vuelto a escuchar 'Les amants d'un jour' y me ha parecido de una calidad literaria y narrativa excepcionales. Haré aquí su traducción hasta donde es posible, sabiendo que se pierde el latido de la voz y del ritmo. Pero no la fuerza de un tema singular.

«Yo seco los vasos en el fondo del café y tengo demasiado trabajo para poder soñar, y en este ambiente tristemente vulgar todavía hoy me parece que los veo llegar».

«Ellos han llegado agarrándose las manos, con tanta luz en los ojos como si trajeran el sol. Me han pedido con voz tranquila un techo para poder amarse. Y aún recuerdo que miraron intensamente el cuarto y el papel anticuado de las paredes. Cerré la puerta y se quedaron dentro. Sí, había tanto de sol en el fondo de sus ojos que me hizo daño, me ha hecho daño».

«Y cuando seco los vasos en el fondo del café tengo demasiado trabajo para poder soñar. Y en esta habitación de papel envejecido los encontraron. Los encontraron cogidos de la mano, los ojos puestos en otro mañana lleno de luz y de sol... Afuera hay este letrero: 'Habitación para alquilar'».

Pienso ahora en aquellos años con canciones de letristas y músicos que dominaban el oficio de crear estampas de la vida. Pero sería injusto olvidar la personalidad de los intérpretes. Quizá me equivoco, pero hoy predomina un estilo vocal compartido por muchos grupos. La energía del sonido tiende a dejar las palabras en un segundo plano. Me seducen los ritmos y los tonos. El juego de alternancias es la expresividad. Todos las hacemos al hablar. La ilusión de los amantes y la tristeza de la mujer que seca los vasos.

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