POLÍTICA DE OPUESTOS

El lado oscuro de la política española

Darth Vader

Darth Vader / periodico

Joan B. Galí

Joan B. Galí

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Publicado en la revista cultural Atzucac.cat

Orden Jedi y Sith. En la saga 'Star Wars' la fuerza sirve a los fines dos facciones diametralmente opuestas: luz y oscuridad. Los 'buenos' buscan la armonía, la estabilidad, la razón y la tolerancia. Los 'malos', guiados por las emociones, desean la dominación a cualquier precio, el poder por el poder. Quitando máscaras y pistolas láser, George Lucas hablaba a través de su ‘space opera’ por antonomasia de demócratas contra fascistas. Darth Vader como figura del gran dictador y sus desfiladas clon que recuerdan las perfectas formaciones nazis. Los jedis, por su parte, garantes de la república, guerrilleros e intelectuales (primero como guardianes, después como resistencia).

Lejos de las ráfagas de los destructores estelares, en algún punto remoto del universo, existe un planeta azul. En él, los españoles están de elecciones, uno de los eventos cuatrienales más temidos de toda la Vía Láctea. Entre platós de televisión, 'meetings' y algún puñetazo, ha destacado como la fantasía del séptimo episodio de  la saga de Lucas se ha filtrado en la propaganda electoral. PPPodemosERC se apuntan al éxito del ‘blockbuster’ con campañas y comentarios que se inspiran en la saga. En los 'spots' sus autores encarnan -por razones obvias- a los de los sables de luz multicolores. A la oposición siempre les tocan los rojos.

Este monstruo de Frankenstein propagandístico es sintomático de la concepción de la política de los ibéricos: la de algo dual y de actores eternamente incompatibles. PP y PSOE, Podemos y Ciudadanos. Los nuevos contra los viejos, los de izquierdas contra las derechas. Todos ellos son el negativo del otro, o esa es la imagen construida. Nunca complementarios. Caemos en los tópicos de la épica, divertida pero infantil de los “otros son los malos”. Esta polaridad engendra un 'zoon politikon' violento no dialogante, seguramente herencia de un bipartidismo prolongado. En España hablar de política durante la cena de Navidad puede acabar con la vajilla de la abuela volando, y no precisamente por la telequinesis de la fuerza. 

¿Cómo va a ser posible el diálogo constructivo en un país de enormes bloques herméticos? Donde la disciplina de voto crea facciones homogéneas sin posibilidad a la apertura. Donde los que ganan deshacen todo lo hecho por el anterior gobierno. Donde los debates se convierten tertulias de bar de "tu has hecho, tu no has hecho". La política bien hecha no emerge de un partido o del otro, sino de esa idea que se engendra en el choque de diálogos. Algo que, por lo que hemos visto en esta campaña, no ocurrirá. Pese a las acusaciones a la oposición, la seducción de lo emocional, el populismo y el ataque han calado hondo en la filosofía de todos los grandes partidos. Gane quien gane, parece que lo último que tendremos la próxima legislatura es esa armonía que tanto buscan los 'jedis'. 

Publicado en la revista cultural Atzucac.cat